OPINIÓN | Dennis Falvy: "Los doomsayers: deberán esperar"
Los “doomsayers”; es decir los fatalistas y agoreros contra la extinción del dólar, parece que tendrán aún que esperar sus proyecciones. Pese a que en 1971 Nixon rompió el acuerdo del año 1944 de Breton Woods. Pese al vapuleado y odiado privilegio exorbitante del señoreaje que usa la FED, lo que le ha permitido a los EE.UU. financiar su déficit y elevar su consumo casi a costo cero.
En la década de 1960, Valéry Giscard d'Estaing, ministro de Finanzas francés, criticó ese privilegio para financiar grandes déficits de balanza de pagos.
En la última década, Rusia, China e Irán están fastidiados. Y, recientemente, el alemán Heiko Maas y el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, se han unido al pleito.
Pero allí está el billete verde, aunque le dan sus jabs y uppers. Y es que la estructura del sistema financiero internacional hace que los cambios de régimen en el sistema monetario mundial sean excepcionalmente difíciles. Ello lo menciona un brillante estudiante de derecho de Yale Yoshua Zoffer. No le falta razón.
Francia a fines de los 60 quiso el reemplazo por los DEG. Pero estos no podían utilizarse en transacciones privadas, y el dólar se expandió a medida que despegaba la globalización financiera.
Hace años el gobernador del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, hizo un argumento similar para que los DEG reemplazaran al dólar. Fracasó.
Las razones son que el mercado de activos denominados en dólares, especialmente la deuda pública, es mucho más profundo que cualquier otro. En segundo lugar, una consecuencia del imperativo de mantener activos en dólares, es que muchos bancos centrales tienen muchos de ellos. Asimismo, el papel sobredimensionado del dólar en el comercio internacional pues una enorme parte se factura y se liquida en dólares.
Eso refleja la eficiencia asociada al uso de una moneda dominante única.
En las profundidades de la crisis financiera, la FED utilizó medidas como líneas de swap de dólares de emergencia, para proporcionar liquidez necesaria a los mercados bancarios extranjeros.
Hay, sin embargo, dos cosas nuevas, dice Zoffer. Los Estados Unidos han utilizado su capacidad para expulsar a los bancos y a los países del sistema mundial de dólares, para plasmarlos en su política exterior y ello lo ha vuelto impopular.
Hay criptomonedas, pero aun con inconvenientes y resistencia como la libra de Facebook.
Un elemento crucial del dólar, es que ellos representan reclamaciones sobre bienes y servicios estadounidenses.