31/08/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Jeffrey D. Sachs, brillante economista de Harvard, escribe en Project Syndicate “Sangre en la arena”:
https://www.project-syndicate.org/commentary/afghanistan-latest-debacle-of-us-foreign-policy-byjeffrey-d-sachs-2021-08/spanish
La crítica es demoledora y a mi juicio cierta. Refiere que casi todas las intervenciones militares de su país son erradas y negativas. Indochina, Laos, Vietnam y Camboya fueron desastre y así mismo avalar a Mobutu en la República Democrática del Congo a principios de 1961; a la junta militar del general Augusto Pinochet en Chile, después del golpe apoyado por EE.UU. contra Salvador Allende en 1973.
En la década de 1980 con Reagan, devastó América Central en guerras subsidiarias para evitar gobiernos de izquierda o derrocarlos. Desde 1979 Oriente Medio y el Oeste Asiático fueron castigados por la estupidez y crueldad de la política exterior estadounidense. Afganistán comenzó hace 42 años, en 1979, con Jimmy Carter apoyando a los yihadistas e islámicos. Como respuesta al derrocamiento del Sha de Irán, Reagan armó al dictador iraquí Saddam Hussein en su guerra contra la novel República Islámica de Irán.
Luego vino la invasión de Kuwait por Saddam y luego dos guerras en el Golfo lideradas por EE.UU., en 1990 y 2003.
En el 2001 después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, Bush ordenó una invasión liderada por EE.UU. para derrocar a los yihadistas que su país había respaldado anteriormente. Y luego refiere lo que hizo Obama.
El analista señala que la clase dirigente todo lo arregla con la CIA o con militarismo y puntualiza que la mayoría de países intervenidos tenían privaciones económicas.
Refiere que de los USD 946,000 millones que invirtió los EE.UU. entre el 2001 y el 2021, tan sólo 2% fue para el pueblo de Afganistán. Algo patético y absurdo. Y menos que ese 2% fue a infraestructura básica o servicios para reducir la pobreza.
Tras la caída de Kabul, los medios masivos de difusión estadounidenses están, predeciblemente, echando la culpa del fracaso de su país a la incorregible corrupción afgana.
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