OPINIÓN | Dennis Falvy: el dinero sigue evolucionando
Aproximadamente 350 años antes de Cristo, Aristóteles conceptuaba el interés como “el dinero del dinero” y consideraba como usura la riqueza derivada de la moneda misma.
Esto predominó en el mundo hasta mediados del siglo XV, en el que las ingentes riquezas provenientes de los mercaderes y terratenientes dieron lugar a la creación de depósitos o almacenes de seguridad para las joyas, monedas, oro y otros metales preciosos.
En la era del Renacimiento , el “interés” fue aceptado como una retribución a los perjuicios que se hubiesen producido por la concesión de un préstamo (damnum emergens), la pérdida de alguna oportunidad perdida (lucrum cessans) o el riesgo incurrido en el mismo (periculum sortis).
Por otro lado, en el caso de las monedas o el oro, se fue tomando conocimiento que poco importaba al depositario que le devolvieran las mismas monedas que dejó, siempre que fueran por el mismo valor equivalente.
Tan es así que se aceptaba monedas metálicas, que si bien no eran uniformes, estaban referidas a una unidad de cuenta que era determinada por los cambistas.
Si bien la referencia se basaba en el contenido fino de las mismas, resultaba una abstracción apoyada en la confianza antes que en la exactitud física.
Así, mediante documentos se giraba contra “contadi di banco” o la “Fededi Deposito”, que en última instancia constituían papeles en sí. En consecuencia, esto abrió otras modalidades de negocios, incluso con el intercambio de monedas entre los diferentes principados y cantones renacentistas.
Es en esa época en que aparece el término “bank”, de origen germano, que designaba a los taburetes de trabajo (mesas) de los cambistas.
Esta combinación de modalidades financieras trajo cambios notables en el negocio de estos incipientes “bancos”; es decir, el pago de intereses al depositante en lugar de cobrarle un cargo por guardarle sus valores.
Además, los banqueros al percatarse de que los depósitos eran mayores que los retiros, empezaron a otorgar ciertos créditos.
La historia registra que ya en 1438 el Banco Medici iniciaba operaciones de pagarés cancelables en monedas de otras localidades, con lo cual se admitía al interés una dimensión espacial y el reconocimiento de un Spread (margen) entre las operaciones pasivas (los depósitos) y las activas (los préstamos en sí).
Lo que he señalado es impresionante y da para más, mucho más sobre este maravilloso y tan controvertido invento.
El hito fue en agosto de 1971, donde luego que el presidente Nixon dijera que se había logrado el acuerdo monetario más importante de la historia en Washington D.C., luego de una reunión en el Smithsonian con los ministros de finanzas del G8; a los pocos meses se quebró el acuerdo de Bretton Woods del año 1944, y en el año 1973, el dólar se convirtió, como todas las monedas, en dinero fiat o fiduciario. Esto del latin fiduciarius, es decir, la confianza en que quien lo crea, su único respaldo es una promesa.
No hay metales preciosos que lo avalen, no tiene valor intrínseco y a partir del año 2008 el uso de la Flexibilización Monetaria (Qo) acometido por los principales bancos centrales por la crisis, ha expandido el dinero Fiat a cantidades impresionantes con dineros Smart y Dumb de por medio y uso inmenso de la electrónica.