OPINIÓN | Dennis Falvy: Adela K: una espía rusa y mucho más
Quince periodistas de Dier Spigel han hecho un enorme e interesante post. Revelan que 5 meses después de su repentina desaparición, María Adela K. dio una señal de vida, pues había estado tratando de esconderse y escribió a sus amigos en una emotiva publicación en Facebook que tenía que “revelar la verdad”. Tenía cáncer. Treinta y dos de sus amigos respondieron. Mostraron preocupación, dijeron que estaban felices de saber de ella y ofrecieron palabras de aliento. Poco después de eso, K. desapareció, dejando a sus amigos en la oscuridad.
Las noticias sobre el cáncer del 2018 fueron fabricadas, como tanto en la vida de María Adela K. El ocultamiento y el engaño son aparentemente elementos clave de su profesión: la supuesta mujer de negocios, al parecer, era en realidad una espía que sirve a la Federación Rusa.
Y que K. actuó como agente de la agencia de inteligencia militar rusa GRU y atacó a los empleados de la base de la OTAN en Nápoles y a la base de la Marina de los Estados Unidos. Persiguió la ciudadanía peruana utilizando información falsa, hasta que inventó la historia del cáncer para pasar a la clandestinidad. Su verdadero nombre es Olga Vasilyevna K., nacida en junio de 1982 en el sur rural de Rusia. “Ilegales” como Adela K. pertenecen a la red de agentes que trabajan para Moscú en todo el mundo, husmeando, saboteando, incluso asesinan.
En el 2001, Vladimir Putin, presidente y ex KGB, dio un discurso en el parlamento federal, el Bundestag, por el que recibió una ovación de pie, y esto a pesar del hecho de que los soldados rusos habían reducido la capital chechena Grozny a escombros poco tiempo antes.
Relajo de espías
La contrainteligencia alemana se quedó corta, y muchos la consideraron una reliquia de la Guerra Fría. Pero este post muestra infiltración de estos agentes por todos lados. En el 2013, un tribunal europeo condenó a una pareja de espías a varios años de prisión, pues les encontró evidencia circunstancial, pero fueron deportados a Moscú. Asimismo, se sabe que se trataron de infiltrar en la Corte de la Haya.
En el 2010, Estados Unidos expulsó a Anna Chapman y otros nueve espías rusos activos en el país. La joven agente superior había obtenido su nombre y ciudadanía al casarse con un hombre británico. Los tabloides la apodaron “Agente 90-60-90” por sus medidas de figura cuando, después, posó en lencería para una serie de glosas.
La espía K
En agosto del 2005, solicitó bajo el nombre de María Adela K. ser inscrita en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil del Perú. Presentó un certificado de nacimiento fechado el 1 de septiembre de 1978, el que indicaba que tenía un padre alemán en la provincia de Callao, a las afueras de la capital peruana de Lima.
Por sospechas de las autoridades de algo extraño en sus papeles, Adela K presentó un documento extra: un certificado que indicaba que había sido bautizada el 14 de septiembre de 1978 en la parroquia Cristo Liberador del Callao. Pero, recibieron una respuesta sorprendente: la iglesia se había establecido por primera vez en 1987, por lo que nadie podría haber sido bautizado allí en 1978.
A partir del 2006, Adela K. comenzó a aparecer en varios lugares de Europa como una “especialista líder”, sin especificaciones adicionales proporcionadas. Se presentó en la Universidad Estatal de Moscú, como estudiante de moda en Roma, como chica de playa en un “diminuto” bikini, según un testigo en Malta, y como una supuesta estudiante en París que vive en el distrito 13.
La Embajada de Francia en Moscú aparentemente le había emitido la primera visa para el área Schengen, y a partir de entonces, K. continuó desarrollando su historia de portada. En 2012, se casó con un joven que tenía tres pasaportes: uno ruso, uno ecuatoriano y uno italiano. Hay más, mucho más y no es una novela; y a mi me falto el espacio:
https://www.spiegel.de/international/germany/hackers-spies-and-contractkillers-how-putin-s-agentsare-infiltrating-germanya-2cc6c24c-16ac-43d4-97fa-103081414acc.
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