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OPINIÓN | Carlos Jaico: Voto de confianza: ¿es necesario para un nuevo gabinete?

La función del PCM es aún más frágil si obtiene un mínimo de respaldo y tendría un efecto similar en el presidente.
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04-04-2019

El nuevo presidente del Consejo de Ministros (en adelante: PCM) y su gabinete, estarán frente al Pleno del Congreso, para exponer y debatir la política general del gobierno y las principales medidas de su gestión. Tal como lo exige el artículo 130 de la Constitución. Hecha esta exposición, el PCM deberá obtener el “voto de confianza”. En caso de rechazo, el presidente deberá reformar su gabinete. Si el rechazo persiste dos veces, él tiene la facultad de disolver el Congreso.

Actualmente, por el desprestigio y pérdida de credibilidad, es poco probable que el Congreso niegue la confianza al nuevo gabinete. Tampoco querrán arriesgar su curul al darle la oportunidad al presidente de ejercer la facultad constitucional de disolverlos.

Cabe señalar que presentarse ante el Congreso y exponer la política general del gobierno, figuraba en el artículo 224 de la Constitución de 1979. Sin embargo, no se exigía obtener el voto de confianza. Esta obligación solo existe desde 1993. Por esta modificación constitucional, la función del nuevo PCM y su gabinete ha sufrido consecuencias sobre su desempeño e, indefectiblemente, en la estabilidad gubernamental.

Y es que la inestabilidad de la función de PCM viene ya de su posición, casi de equilibrista. ¿Conviene hacerla más inestable? En el sistema presidencialista peruano, el presidente de la República es quien reúne las cualidades de jefe de gobierno y jefe de Estado. Esto implica que -en cualquier momento- el PCM y los ministros pueden ser destituidos por el presidente -quien los eligió-, así como pueden ser interpelados por el Congreso, teniendo la censura como espada de Damocles.

Llegado el día de la votación, la función del PCM es aún más frágil si obtiene un mínimo de respaldo. Este voto tácito de desconfianza, tendría igualmente consecuencias para el presidente de la República si no cuenta con mayoría en el Congreso. A todas luces, esta situación solo vendría a exacerbar a la oposición y generaría inestabilidad gubernamental. De donde, sin dejar de lado su rol fiscalizador, el voto de confianza no debería ser usado como medio de coacción por parte del Congreso. Tampoco, como arma en manos del Ejecutivo para provocar su disolución.

Indudable es también que prescindir del voto de confianza, implica diálogo alturado y madurez política. Porque, un nuevo gabinete conlleva una misión renovada, sobre la cual deben confluir los diferentes partidos, para trazar un horizonte de visiones compartidas. Esta es la suprema razón de ser de los poderes del Estado.