OPINIÓN | Carlos Jaico: "Perú país de sismos"
La ubicación geográfica del Perú en el borde occidental de Sudamérica lo convierte en un país altamente sísmico. Lo sucedido en los departamentos del nororiente peruano lo confirma. En este episodio, los daños en infraestructura han sido considerables. Esto debería llevarnos a una reflexión sobre la manera en que estamos reconstruyendo nuestro país a dos niveles. Primero, la integración de los sistemas antisísmicos en la reconstrucción tanto de edificios de uso público e infraestructuras como son escuelas, hospitales o carreteras; así como en la de edificaciones de uso privado. En todos los casos se debería contar con las mejoras necesarias para evitar, en la medida de lo posible, la destrucción y el colapso total de pueblos enteros con todo lo que ello implica en pérdidas humanas y económicas.
Los sucesivos gobiernos locales han venido obviando esta realidad, lo cual ha permitido que durante años no se hayan integrado correcta y efectivamente en sus permisos de construcción las normas antisísmicas idóneas. El resultado es que cada cierto tiempo la fuerza de la naturaleza en nuestro país destruye sin compasión unas construcciones de mala calidad, y que gran parte de los presupuestos se diluyen en proyectos que jamás cumplen los estándares mínimos que garantizan la salvaguarda de una población ya de por si golpeada por la pobreza.
Segundo, tras una catástrofe de estas características las personas con escasez de medios Perú país de sismos no pueden implementar por sí mismas estrategias de reducción del riesgo por carecer de los recursos necesarios. Estas personas destinan la mayor parte de sus ingresos a la supervivencia inmediata porque tienen menos capacidades para recuperarse luego de sufrir un desastre natural, en parte debido a su carencia de recursos, pero también a causa de la falta de políticas públicas adecuadas. Esto supone una condena a estas poblaciones al yugo de la pobreza permanente que reiterada y cíclicamente les hará perder sus escasas posesiones. Esto, en parte por la virulencia de una naturaleza que se desata cada vez con mayor intensidad -según la ciencia, como consecuencia de la actividad incontrolada del hombre- pero también por la falta de previsión y de visión de los gobiernos regionales y locales. Para esto sería necesario un bono de reconstrucción directo a las familias afectadas que les permitan la reconstrucción de sus viviendas de una manera digna y apropiada.
En conclusión, en pleno siglo XXI una de nuestras prioridades como país ha de ser conseguir una mejora sustancial de los sistemas que garantizan la protección ante los sismos que asolan cada vez con más frecuencia nuestro territorio.
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