19/12/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La muerte por electrocución de los jóvenes trabajadores Alexandra Porras Inga y Carlos Campos Zapata muestra la precariedad laboral en la que se encuentra nuestra juventud.
Una vez más fueron relegados por la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), -con solo 600 inspectores para todo el Perú- y la Municipalidad de Pueblo Libre, que debía también fiscalizarlos. Ambas instituciones obviaron la necesaria prevención que hubiese podido garantizar su seguridad y salud.
Erróneo pensar que por tratarse de una empresa internacional, practicaba los mejores estándares laborales. Cabría recalcar que una franquicia como McDonald's obtiene mayores márgenes de ganancia adaptando su mano de obra a las horas de afluencia de su restaurante. Por esta razón abre las 24 horas los fines de semana, con la consecuente exigencia de flexibilidad y polivalencia a sus empleados, quienes deben aceptar horarios mayores a 12 horas.
Como la mayor parte del negocio se hace durante el mediodía y las noches, los trabajadores no tienen horarios corridos con una hora de descanso. Y, para cubrir los espacios de afluencia, deben esperar largas horas antes de empezar su turno, lo cual impide otro tipo de actividad. Es la razón por la que se reclutan jóvenes en mayoría, estudiantes y sin carga familiar, para trabajar en sus horas de descanso o hacer horas extras. Los gerentes saben que ellos podrán aceptar este ritmo e intensidad, porque ven en este empleo una fase para avanzar hacia otras posiciones, o en la espera de mejores oportunidades. Esta adaptabilidad no es compensada por el salario, el cual sigue en su más bajo nivel del mínimo.
Al no considerarlo como un verdadero empleo, sino como una actividad provisoria, rara vez nuestra juventud sale a criticar esta situación. Al contrario, la percibe como un peldaño profesional necesario, como una manera de pagar “derecho de piso”. De allí que no exista un sindicato de trabajadores que abogue por sus derechos.
Esto significa que desde la 'Ley Pulpín', pasando por la Ley de seguridad y Salud en el trabajo, la cual reduce costos a los empleadores, permitiendo los contratos de locación de servicios con terceros, los derechos laborales de nuestra juventud siguen siendo una ilusión.
Por nuestra juventud, los retos a mediano y largo plazo van hacia generar para ellos trabajos de calidad, con mejores condiciones económicas que superen la informalidad y desigualdad. Es allí donde el Perú tiene todavía una deuda pendiente.