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OPINIÓN | Carlos Jaico: "¿Jefe de Estado o jefe de gobierno?"

"... la oposición no le dará tiempo al respiro. Cabe esperar que, por el bien del Perú, el futuro presidente tenga la lucidez de acertar".
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15-07-2021

Según el artículo 110 de la Constitución Política, el presidente de la República es el jefe del Estado y personifica a la Nación. También, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo establece que quien ostenta el cargo de la Presidencia de la República es el “jefe del Estado (...), y dirige y aprueba la política general del gobierno en su calidad de jefe del Poder Ejecutivo”. Asimismo, el Tribunal Constitucional (0006-2018-PI/TC, par. 53) precisa que el presidente de la República es jefe de gobierno y cumple las funciones del jefe de Estado. Queda claro entonces que, según el sistema semipresidencial peruano, el presidente de la República es jefe de Estado (simboliza y representa los intereses del país a nivel interno e internacional) y jefe de gobierno (dirige la política gubernamental).

Así, desde el año 2001, Alejandro Toledo prefirió delegar la función de jefe de gobierno al presidente del Consejo de Ministros (PCM), tomando gran relevancia el desempeño de Roberto Dañino, Luis Solari, Beatriz Merino, Carlos Ferrero o Pedro Pablo Kuczynski. Enseguida, Alan García, con el duro aprendizaje de su primer gobierno, manejó ambas funciones, haciendo que sus PCM pasen desapercibidos. Con Ollanta Humala, la distinción fue atípica, al ser su esposa quién ocupó -de facto- la función de jefa de gobierno. Finalmente, la experiencia en la gestión pública de Kuczynski y Martín Vizcarra (exgobernador de Moquegua) les permitió asumir ambas gestiones, apoyándose en lealtades y personalidades que concretizaron sus políticas de gobierno.

Entonces, es el presidente electo quien decide sobre la base de su grado de formación profesional, experiencia y conocimiento de la gestión pública, la función que deberá asumir en los hechos. De allí la importancia de esta decisión, la cual implica una gran capacidad para sopesar su conocimiento -o desconocimiento- de los múltiples y técnicos problemas que plantea la gestión de un país.

El próximo presidente deberá, por tanto, hacer este ejercicio en los próximos días y decidir. Porque su llegada, pese a todo, ha sido todo un hito en nuestra historia y puede ser un revulsivo para las reformas que nuestro país necesita. Empero, su mejor acierto será rodearse de las personas -técnica y moralmente- capaces, más allá de las estructuras partidarias, que puedan ayudarle a superar la compleja realidad en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia reciente. Esto debido a que no tendrá muchas oportunidades para equivocarse, porque la oposición no le dará tiempo al respiro. Cabe esperar que, por el bien del Perú, el futuro presidente tenga la lucidez de acertar.

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