02/04/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Luego de una época “bipolar”, donde los Estados Unidos de América (EUA) se disputaba el mundo con Rusia, hemos pasado, en las palabras de Oswaldo de Rivero, a una de carácter “apolar” donde ninguna potencia, por más poderosa que sea, puede unilateralmente poner orden.
La llegada del coronavirus ha venido a confirmar esta ausencia de liderazgo, y las potencias miran ahora “hacia adentro” originando una nueva repartición geopolítica, preludio de un nuevo orden económico mundial. El distanciamiento entre EUA y China marca este nuevo orden.
Colmo de males, ambos países se culpan de la aparición del coronavirus, languideciendo su relación comercial fortalecida desde los años 90. Esta relación -llamada Bretton Woods II- consistía en que los primeros consumían y se endeudaban y los segundos producían y compraban bonos del Tesoro de los EUA.
China no tuvo problema en asumir su rol de “fábrica del mundo”, siguiendo las políticas de apertura anunciadas en 1978 por Deng Xiaoping. Cuatro décadas después, la tecnología China compite con los EUA y ya no es bienvenida al punto de frenarla, como fue el caso de la empresa Huawei.
Europa ha venido a ocupar este espacio, endureciendo igualmente la entrada de inversiones chinas en el espacio comunitario. Por su parte, las economías primario-exportadoras aseguraban su crecimiento aferrándose a la locomotora china que venía aportando el 16% del crecimiento mundial.
Sin embargo, el “imperio del medio” ya no contribuye como antes a este crecimiento y orienta su economía hacia su consumo interno. Prueba de ello es su nivel de exportaciones, el cual ha llegado a un mínimo de 18% del PBI, haciéndola cada vez menos dependiente del comercio mundial.
Con una recesión pospandemia, la previsión para China y la economía mundial será de 0.1%, según el Fondo Monetario Internacional. Sin el gigante asiático y otros países para servir de palanca, difícilmente podríamos hablar de una economía globalizada, lo cual conlleva a reconfigurar las bases de nuestra economía.
Así, el programa de estímulo económico más grande de nuestra historia (12% del PBI) nos está haciendo mirar hacia adentro. Sus efectos deben servirnos de apoyo para impulsar nuestras industrias y pymes, fomentando las cadenas de valor locales, con el impulso a la ciencia, tecnología e innovación.
Será el momento de producir para las necesidades de nuestra región. Al fin y al cabo, siendo los costos de producción casi iguales, ¿por qué fabricar celulares en China, si en Perú tenemos toda la materia prima para hacerlo?.