29/10/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Fue un 11 de septiembre de 1973 que Augusto Pinochet, comandante en jefe del ejército chileno, bombardeó el Palacio de la Moneda. Cercado y sin salida, el presidente Salvador Allende prefirió el suicidio antes de entregarse. Siguieron la muerte, desaparición y exilio de miles de personas inaugurando dos décadas de dictadura y terror cuya huella sigue presente en la sociedad chilena. El corolario de esta historia en el mundo es que los movimientos dictatoriales buscan legitimarse a través de una Constitución Política.
Chile no escapó a esta regla y el general Pinochet inició un proceso de redacción de una nueva Constitución, encargada a una comisión de siete miembros encabezada por Enrique Ortúzar. Para darle la venia popular, y con el país en estado de sitio, organizó un plebiscito sin padrón electoral ni organismo electoral independiente. Esta Constitución, como muchas otras de su estilo, guardaba elementos para la supervivencia de su promotor. Un ejemplo es la figura de senador vitalicio, incorporada en el artículo 45, letra a, de la Constitución de 1980 -eliminada con las reformas constitucionales del 2005- la cual le permitió integrar el Senado y gozar de inmunidad diplomática. Sin embargo, el andamiaje constitucional construido por Pinochet había comenzado a debilitarse desde 1989. Esto debido a que los diferentes gobiernos, de izquierda y derecha, le propinaron modificaciones a más de 257 artículos al día de hoy.
Esta imposición mantuvo por décadas encerrado a Chile en la vorágine de la explotación de los recursos naturales y el imperio del mercado sobre la sociedad, propiciado por Milton Friedman y los Chicago Boys. Sin embargo, las grietas del modelo eran más que evidentes. Las protestas, sin líderes conocidos y congregando a todos los sectores de la sociedad, expusieron sus causas; principalmente el alto costo de vida, altos intereses bancarios, la crisis de las AFP, las bajas pensiones, el costo elevado de los medicamentos y la salud.
Fin de una época, el resultado del Plebiscito Nacional marca una gran lección en la confección de las Constituciones Políticas. Es el destino de las constituciones hechas a medida de una dictadura, sobre las que el paso del tiempo confirma su verticalidad, opuesta a los intereses mayores de un país. Porque, las constituciones que perduran incorporan los valores filosóficos, políticos y sociales de su comunidad. Sobre ellos, se cimientan los principios jurídicos que regulan las relaciones entre los poderes públicos y el ciudadano. Como Chile, el Perú también buscará construir su futuro obedeciendo a sus imperativos históricos y a una visión de país.