12/08/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El 8 de agosto de 2017 se creó el Grupo de Lima, con el objetivo de buscar una salida a la crisis en Venezuela. Su fecha de nacimiento no es baladí y explica el contexto geopolítico de los países firmantes; Pedro Pablo Kuczynski en el Perú, Mauricio Macri en Argentina, Michel Temer en Brasil, Juan Manuel Santos en Colombia, Enrique Peña Nieto en México o Jeanine Áñez en Bolivia. Todos eran gobiernos de derecha, a excepción de Chile, opuestos a un gobierno de izquierda.
Esta precisión sobre la orientación ideológica no significa obviar la grave problemática institucional en Venezuela. Por el contrario, debe llevarnos a reflexionar sobre los medios a los que recurrimos para resolver nuestros problemas en América Latina.
En ese sentido, y por lo visto hasta hoy, las salidas con polarización ideológica a los conflictos han conocido el fracaso. Una primera enseñanza sería que la solución obedezca a la negociación y el diálogo político entre los países. Nunca el aislamiento ni la “guerra fría” en contra del gobierno del país considerado infractor.
Esta enseñanza transpuesta al caso de Venezuela hubiese evitado la fuga de millones de venezolanos, una gran crisis humanitaria, un gobierno aún más aferrado a las fuerzas armadas y una oposición dividida pidiendo la intervención extranjera.
Es así que, cuatro años después y con un resultado diplomático pírrico, Argentina de Alberto Fernández se retiró del Grupo de Lima, así como Bolivia de Luis Arce, México de Andrés Manuel López Obrador y Perú con Pedro Castillo. Una segunda enseñanza, sería que bloquear al gobierno de un país, termina aislando al pueblo, empeorando su situación e internacionalizando la crisis.
Sin duda, ideologizar la crisis conlleva a polarizar las posiciones, en lugar de aunarlas en función de objetivos concretos y realizables. Se pierde de vista que, en un proceso de negociación, si anhelamos tener alguna oportunidad de éxito, todas las partes deben ser convocadas. Esto no sucedió el 13 de febrero de 2018, en que el Perú retiró la invitación a Nicolás Maduro a la Cumbre de las Américas, pero mantuvo la de los opositores.
De allí que emerja el 'Acuerdo de Lima', como nueva doctrina para América Latina, que permita resolver nuestros problemas de manera desideologizada sin abandonar o aislar a nuestros países. Así, cuando un gobierno resquebraje el orden constitucional, se activarían los mecanismos para defender su estabilidad democrática e institucionalidad, salvaguardando a su población.
Porque la unión geográfica es una realidad inamovible, esta doctrina debe conducirnos a la unión social, política y económica de América Latina.
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