OPINIÓN | Carlos Jaico: Dialogar y conciliar por la dignidad y la paz social
Los diálogos socráticos, tal y como lo narra Platón en Los Diálogos, tienen como finalidad que los interlocutores se pregunten sobre sus opiniones y creencias y se interroguen sobre el sentido de sus pensamientos y fundamento de sus actos. Precisamente, las preguntas tienen como objetivo conducir a las participantes a cuestionar la solidez de sus argumentos. Este examen de las opiniones los pone a prueba orientándolos, como lo quería Sócrates, hacia la búsqueda del bien y la práctica de la virtud. ¿Hemos logrado avanzar hacia una sociedad del diálogo en el Perú?
Con el número creciente de conflictos sociales, parecería que nuestra sociedad funciona de manera reactiva y resuelve sus diferencias mal o no las resuelve. Una razón sería la ausencia de herramientas legislativas que permitan inferir una visión dialogante para nuestros conflictos. En esta reflexión, el artículo 1 de la Constitución defiende la persona humana y el respeto de su dignidad como fin supremo de la sociedad y del Estado. Es a partir de allí que nuestra cultura del diálogo se podría afirmar. Porque dignidad presupone el respeto y reconocimiento del valor social de la persona, más allá de su origen cultural o étnico. Precisamente, es el proceso dialéctico del diálogo el que le da valor a los argumentos del otro, los cuales son dignos de ser expuestos, escuchados y respetados.
En este proceso constructivo y preventivo, el Estado genera los espacios donde la racionalidad es el elemento constitutivo para la resolución de conflictos. Es allí donde se inscribe la Conciliación extrajudicial.
La lentitud, la abultada carga procesal y los sonados casos de corrupción en el sistema nacional de justicia, han sido las causas para su creciente rechazo. La razón es también que el ciudadano, antes de optar por la vía judicial, debe analizar si tiene los recursos económicos para resistir los costes procesales. También, si tiene la paciencia y el tiempo para las reuniones con su abogado y audiencias, y si está mentalmente apto para la carga emocional del proceso. En esta situación, la conciliación extrajudicial constituye una alternativa por la cual dos o más personas en conflicto logran resolverlo, gracias a la intervención de un conciliador.
Es esta la cultura de conciliación que debemos promover en nuestra sociedad, como valor fundamental de la convivencia pacífica. Donde hay diálogo hay entendimiento, y evitaremos la división y violencia. Solo así nuestra sociedad podrá caminar hacia la paz social y el respeto de la dignidad de todos los peruanos.