15/08/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Francis Bacon decía que a la naturaleza solo se le domina obedeciéndola. En el Perú, ¿qué hemos aprendido de esta reflexión?
Un día como hoy, 15 de agosto, tuvo lugar el terremoto que sacudió la ciudad de Pisco. Con una intensidad de 7.9 grados en la escala de Richter, la tierra se movió durante más de 3 minutos, dejando centenas de muertos y desaparecidos en las provincias de Ica, Pisco y Chincha.
En el Congreso, el informe de la Comisión de Presupuesto (periodo 2008 - 2009), precisaba que el sismo evidenció una inadecuada práctica constructiva, falta de conocimiento de las normas técnicas sobre construcción, informalidad en las edificaciones e inexistencia de control urbano.
En suma, este sismo vino a mostrar las falencias en términos de control y fiscalización de las construcciones. Pese a la existencia de regulaciones antisísmicas para construir (Norma de Diseño sismorresistente), su aplicación es aleatoria. Por encontrarnos en el cinturón de Fuego del Pacífico, eso implica que hoy un terremoto de la misma intensidad ocasionaría tantos o más daños y víctimas mortales. Para colmo de males, el mismo informe da cuenta de las irregularidades y corrupción en los proyectos ejecutados. Doce años después, el sur no se ha reconstruido.
Similar situación se vive con el fenómeno de El Niño que destruye gran parte de la infraestructura costera. Pese a ser recurrentes, estos desastres siguen “sorprendiendo” a autoridades locales y nacionales. Dicho sea de paso, da gusto ver cada vez menos políticos fomentando invasiones o apadrinando asentamientos humanos en las laderas de los cerros o al borde de los ríos.
Es así que los desastres peruanos tienen como común denominador la falta de prevención, la improvisación en la reconstrucción y la corrupción. No sorprende que la llamada reconstrucción con cambios siga su paso lento y burocrático.
En esta reflexión se sigue olvidando un elemento central en la prevención de desastres: el ordenamiento territorial. En este campo poco se ha avanzado con el Ministerio del Ambiente, hoy reemplazado por la Unidad Funcional de Ordenamiento Territorial y Gestión de Riesgo de Desastres del Viceministerio de Gobernanza Territorial.
Con lo cual los desastres no son naturales. Son las políticas de Estado que lo son. Hace cinco mil años, la civilización de Caral viene a confirmar la reflexión de Bacon. Los caralinos construyeron su ciudad en una ubicación estratégica donde, pese a los desbordes del río Supe, nunca se inundó. Ellos dominaron la naturaleza, obedeciéndola. He ahí una gran enseñanza que hoy debería servirnos como visión de desarrollo.
