Opinión | Carlos Jaico: El colapso del sistema electoral y político
La llegada de Pedro Castillo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2021, fue una sorpresa para muchos. Pero, sobre todo, para aquellos cuya mirada permanecía ausente de la situación en provincias. Esto se confirmó debido a que, al inicio de la campaña, los candidatos favoritos -de algunos medios de comunicación y encuestadoras- eran puestos en vitrina forzando preferencias en un electorado sin opciones.
Nótese que eran candidatos y no partidos los que prevalecían., debido a que algunos meses antes de las elecciones partían a la búsqueda de su candidato, sin interesar la propuesta o preparación.
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En ese punto ciego, Pedro Castillo no tuvo mayores obstáculos. Vendió la imagen del profesor rural, rondero de Puña, un distrito humilde. Para recorrer el país, se puso el sombrero chotano y alzó un lápiz gigante, copiado por Vladimir Cerrón de sus días en Cuba.
No tenía partido. Militó por más de quince años en Perú Posible, postulando sin éxito para alcalde del distrito de Anguía, donde solo obtuvo 104 votos. Se afilió a Perú Libre el 30 de septiembre 2020, último día legal para ser candidato a la presidencia.
La reforma electoral del 2020 preveía un año de afiliación partidaria para ser candidato, sin embargo, las críticas e intereses partidarios hicieron reducir ese plazo a seis meses. Por esa rendija, sin plan de gobierno ni ideología, entró Pedro Castillo. Por el contexto social tampoco le fue difícil lograr adhesiones debido a que, durante 20 años, los partidos de derecha, particularmente el fujimorismo, y la izquierda llamada “caviar” habían destruido las bases partidarias y políticas, sobre las que aún reposa la frágil democracia peruana. Abrieron la caja de Pandora de la vacancia por incapacidad moral, instaurando la dictadura legislativa y las disoluciones congresales. Destruyeron el frágil equilibrio de poderes, donde todos luchaban por sobrevivir. Si a esto le sumamos los recurrentes casos de corrupción, el electorado pensaba tener en Pedro Castillo la solución a sus problemas. La razón es que él representaba al peruano promedio; informal y casi iletrado, viviendo en situación precaria y deseando superar su condición de vida por los medios que le sean próximos. La política, por ejemplo.
Lo narrado es el resumen de los problemas de nuestra democracia, el cual debería hacernos ver qué reformas electorales y constitucionales se necesitan. Porque, puede haber adelanto de elecciones, pero volveríamos a lo mismo si esta no va de la mano de una reforma electoral y política.
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