OPINIÓN | Carlos Jaico: Ciencia y Tecnología: hacia una nueva visión de país
Un día como hoy, en 1876, Alexander Graham Bell cruzaba la puerta de la oficina de patentes en Nueva York para patentar su invención mayor: el teléfono. Esta iniciativa privada formó parte de toda una serie de invenciones del siglo XIX y parte del XX, que acompañaron lo que se conoce como la segunda revolución industrial. Sin embargo, inventar y patentar en la tercera revolución industrial del siglo XXI obedece más a políticas de fomento de la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI). Es así que países como Japón o Corea del Sur, imitando primero y luego creando su propia tecnología, logrando patentar sus invenciones e incursionar en la fabricación de productos con alto componente tecnológico.
¿Por qué ellos lo lograron? La razón radica en que el salto tecnológico fue asumido como visión de país, haciendo de la CTI un elemento transversal a sus economías. En ese esfuerzo convocaron todas las áreas del desarrollo, logrando el triángulo virtuoso: Estado-Universidades-Empresariado.
China lo había comprendido con Den Xiao Ping, poniendo como primera fuerza productiva a la CTI para sentar las bases del salto tecnológico que hoy conoce. Suiza, por su parte, impulsó su canasta exportadora gracias al alto componente tecnológico de sus productos. ¿Podemos decir lo mismo en Perú? Aún no. Según el Reporte Global de Competitividad 2017-2018 del Foro Económico Mundial, el Perú ocupa el puesto 113 (de 137 países) al tener un desarrollo limitado en innovación tecnológica. Asimismo, según Indecopi, el número de solicitudes nacionales de patentes ha crecido de 97 a 278 como promedio anual en el periodo 2013-2017. Pese a ese crecimiento, el número sigue siendo bajo con respecto a otras economías.
Esto hace que nuestra canasta exportadora esté compuesta básicamente de productos primarios, utilizados como materia prima en las producciones industriales de otros países, por la falta de madurez tecnológica de nuestra industria. A esto se suma el bajo presupuesto que se maneja para la CTI y la poca capacidad para innovar, la cual se ve mermada por la fuga de investigadores y científicos. Y es que aún no hemos iniciado la histórica transición, de la economía primario-exportadora a una economía del conocimiento.
De allí la necesidad de una decidida intervención del Estado a través de un Ministerio de CTI, para lograr un salto cuantitativo y cualitativo que el Perú necesita. Porque, de las experiencias internacionales, se comprueba que los avances en CTI no son el fruto de la improvisación y deben ser impulsadas desde una nueva visión de país.