08/12/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En el año 65 a. C. nació el poeta latino Horacio. En su poesía destacó, entre otros temas, el Carpe Diem. Esta locución, que significa literalmente “coge el día”, el cual se usa como un llamado a aprovechar el presente, ante la fugacidad del tiempo.
Esta expresión es un consejo, así como una advertencia para el futuro. Aboga por vivir el momento presente sin estar abarrotado de pensamientos, pero siendo consciente de lo que el futuro puede depararnos. Así, se debe ser capaz de utilizar el pasado y el futuro para energizar el momento, pero no para esconderlo o huir de él. Esto debido a que quedarse en el pasado, por bueno o malo que haya sido, solo provocaría nostalgia. Como también, vivir pensando constantemente en el futuro solo generaría angustia y ansiedad.
Esta frase se completa con “quam mínima credula postero” que significa “y ser lo menos crédulo posible en el día siguiente”, lo cual nos da una exhortación sobre empezar el día presente.
Por tanto, podemos deducir que Horacio, aconseja vivir el día a día y preocuparse solo por el presente, olvidando los remordimientos del pasado y las reflexiones y miedos frente al futuro. Insiste en particular en el hecho de que el tiempo de la vida es relativamente corto (tempus fugit) y que hay que aprovechar cada momento. Tienes que vivir “aquí y ahora” (“hic et nunc”) nos clama Horacio.
Esta interpretación literal del gran poeta, podría significar- a simple vista- una invitación a vivir una vida hedonista, desligada de la responsabilidad y el deber moral. Sin embargo, si se analiza la prolijidad y profundidad de pensamiento plasmado en sus obras se podrá, rápidamente, comprender que Horacio con su inigualable calidad técnica y estilística, nos traza y conmina a seguir el camino de la perfección.
Para Horacio, el presente es lo más relevante y trascendente en la vida del hombre y, ciertamente, la acción creadora y multiplicadora solo puede darse hoy. Por ello, es fundamental que una persona que aspira a grandes ideales, o un profesional o político que sueñe con un país mejor, solo podrá ser consecuente con esas metas cuando verdaderamente viva cada día de su existencia, dando los mejores de sus esfuerzos, sus luchas y lo más destacado de su labor como ofrenda para lograr esa visión de grandeza que le impele su actuar. Por tanto, el pasado y el futuro solo pueden entenderse si en ellos subyace una perspectiva valiente y a la vez responsable de nuestras decisiones del presente.
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