Opinión | Carlos Jaico: CADE ¿De dónde vienen las crisis económicas?
Gran parte del empresariado de la Confiep que acude a las reuniones de la Conferencia Anual de Empresarios (CADE), pontifica sobre su responsabilidad social e impulso a la economía de mercado, sin mencionar el marco de corrupción y tráfico de influencias en que se mueve. ¿Ya olvidaron que las crisis económicas tienen su origen en la falta de responsabilidad social?
Olvidan casos emblemáticos como el 'Club de la construcción', Lava Jato o arbitrajes. Incluso brindan sus espacios a personajes que participaron activamente en gobiernos de corrupción sistémica. Y así cada año, sin el menor mea culpa o un mínimo de crítica. Nada. Al parecer, esta parte del empresariado piensa que pueden influenciar y moldear la realidad social y política para que estas sirvan sus intereses. Aplican stricto sensu la frase de Milton Friedman: la responsabilidad social de un empresario es aumentar sus ganancias.
Desde esta perspectiva, el empresariado cree defender la libre empresa, cuando en verdad se está encadenando a un monstruo grande que podría, al final, pisarlo fuerte. Y es que raramente se les ve favoreciendo la creación de empleo, luchando contra la discriminación o la contaminación ambiental y todo lo que favorezca a una sociedad con desarrollo sostenible. A lo mejor, hablar en estos términos les haría ver como de izquierda en un mundo empresarial que impulsa gobiernos de corte autoritario. Esta ceguera se trasluce en los discursos sin un mínimo de empatía social o recuperación de los valores éticos y morales. Y si lo hacen, es más para darse baños de pureza o forzados por estrategias de mercadotecnia.
En este camino, la consciencia social que propugnan va en dirección de hacer del Estado un enano, manipulable, servil y sin capacidad de reacción. Hecho esto, el camino está ampliamente abierto para favorecer monopolios u oligopolios, los octógonos en productos altamente cancerígenos o que causan diabetes; mantener el salario mínimo vital a su nivel más bajo y propiciando leyes “pulpín” para tener mano de obra barata; aumentar sin límite los intereses para los créditos bancarios asfixiando al pequeño empresario y ahorrista; exonerar sus actividades de impuestos y un largo etc.
Así, esta clase de empresariado camina en una senda que lo está conduciendo a su pérdida de credibilidad y rechazo social. Justifican su excesiva codicia, abanderándose con las teorías Adam Smith y la Riqueza de las Naciones. Olvidan que algunos años antes, consciente de las derivas del excesivo capitalismo, él escribió la Teoría de los sentimientos morales.