06/02/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En la mesa de la casa se hacía una cometa. Era el tiempo de los vientos y el padre con toda ilusión había comprado la caña debida para hacer varias cañitas, papel de todos colores, el mejor pegamento que encontró y la madeja de hilo fuerte como un cordón.
La madre reunió retazos de tela para la cola y se cuidó de escoger los que hicieran armonía con el color del papel que traería su marido.
Ese día el padre llegó temprano y la madre tenía la mesa limpia para la confección de esa cometa soñada que volarían en el picnic del domingo, esa salida al campo que habían planeado tiempo atrás.
En esa mesa grande, heredada de una abuela de Estela, Julián puso los materiales que había traído y Estela sacó su obra de arte, la cola de la cometa con todos los listones que le llevó tiempo hacer, rojos, verdes y amarillos y también floreados y de cuadros, las telas que ella tenía de su labor de coser.
Julián y Estela tenían tres hijos. La mayor era Elena de seis años, Beatriz de cinco y Luis de tres para cumplir cuatro el próximo mes.
Ya Estela había preparado una comida ligera para el día de la ejecución de la cometa, que sería la delicia de los niños y la ilusión de su marido. Era un viernes y el domingo sería el “día D”. Ya tenía la canasta con las bebidas y la fruta, y ya estaba pensado los emparedados que debía hacer.
Ese viernes por la tarde se cortaron las cañitas y se hicieron los rectángulos para revestirlos de papel. Se crearon figuras geométricas.
-Este es un rectángulo, este un cuadrado, este un triángulo, el otro un rombo y aquel un trapecio, cuando los unamos será un cuadro cubista, como una obra de Picasso o un vitral -disfrutaba Julián enseñando arte a sus hijos. ¡Cómo a él le hubiese gustado pintar, ser artista! La vida le dio un puesto de cajero de una sucursal bancaria y allí quedó.
Todos colaboraron y ejecutaron la labor.
Estela con la cola de la cometa se sentía feliz y para Julián fue una obra de arte realizada en la familia.
-Tú hiciste la cometa y yo la cola con moños -dijo Estela, coquetona.
-No saben cuánto quería hacer esta cometa con ustedes. Mi padre hizo una muy parecida cuando era niño y nunca me olvidaré lo que disfrutamos juntos -agregó Julián en plena contemplación de la obra realizada.
Llegó el domingo.
-Todos al carro -indicó Julián colocando con cuidado la cometa en el techo del Volkswagen y sujetándola con unas sogas que daban la vuelta a las ventanas.
-Estela, ¿no te olvidas de nada? Será un día sensacional.
-Papá, papá, olvidamos el control remoto. ¿Cómo crees que la cometa volará? -señaló Luis, el hijo más pequeño.