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OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: Tusilagos

Después de leer, escuchar y visualizar las noticias sobre los aniegos de desagües producidos en San Juan de Miraflores, se ha quedado grabado en la mente de los ciudadanos el nombre de una calle, que es Tusilagos.
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27-01-2019

Por Ántero Flores-Aráoz / Ex presidente del Congreso de la República.

Después de leer, escuchar y visualizar las noticias sobre los aniegos de des­agües producidos en el distrito más poblado del Perú, esto es San Juan de Lurigancho, se ha quedado grabado en la mente de los ciudadanos el nom­bre de una calle, que es Tusilagos.

Lo señalado es porque por esa calle han discurrido en mayor volumen y velocidad, las aguas servidas y mias­mas que emergieron de las gran­des tuberías de aguas servidas del Distrito en cuestión, cuyos habitantes si conocían el nombre de “tusilagos”, aunque para el actor de esta nota recién lo conoció hace pocas semanas al concurrir a “Best Canal”, al que se llega por esa avenida.

Como comprenderán, el nombre me ocasionó curio­sidad y al buscarlo en el diccionario me encontré que se trataba de una planta. Dicho esto, vamos al motivo de esta columna, la que tiene por finalidad tres gruesas re­flexiones relacionadas con la demora en reparar las tube­rías dañadas; limpiar las calles, predios, casas y comercios afectados; trasladar a los enfermos a establecimientos de salud; conseguir para los damnificados albergues tempo­rales; solucionar las carencias alimentarias, así como res­tablecer el agua potable.

La primera reflexión es sobre la falta de criterio de par­lamentarios y parte de la prensa, quienes reclamaban la inmediata investigación de los motivos del tremendo anie­go, identificar a culpables, así como sancionarlos. Hicieron concurrir al Congreso a ministros de Estado, a funcionarios de la empresa concesionaria del servicio de agua potable, alcaldes y varias otras autoridades. ¿Qué lograron? Pues perturbar las tareas en que estaban comprometidos para lograr que las cosas vuelvan a la normalidad. Cierto es también que algunas autoridades solo fueron a la zona para la foto, pero los ciudadanos son más perspicaces de lo que uno cree y distingue a los que trabajan de los “figuretis” que es­tán solo para la fotografía, cuidando que ella salga en los medios.

La segunda reflexión es sobre la falta de eficiencia para enfrentar el problema, como deficiencias en el traslado oportuno de los enfermos, limpieza tardía de lo dañado, retiro también tardío de lo que se malogró, in­usitada demora en el arreglo de las tuberías afectadas, así como en el retorno del suministro de agua potable. Pese a ello es destacable, positivamente, la solidaridad de quienes han llevado ayuda humanitaria a los damnificados, como es agua, alimentos, ropa y medicinas.

La última reflexión es respecto a las demoras incurridas, reseñadas anteriormente, pero teniendo en cuenta que los afectados por los aniegos son algo más de dos mil per­sonas, los inmuebles dañados alrededor de doscientos y circunscritos en una sola pequeña área del distrito, aun­que el desabastecimiento de agua sí ha perjudicado a mi­les y miles de personas.

Si con tan reducido número de afectados y en área redu­cida, no nos queremos ni imaginar lo que sucedería frente a un sismo o un tsunami de proporciones. Francamente sería un caos, motivo por lo cual hay que revisar todos los protocolos, instructivos y planes para casos de desastres.

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