Columnistas

OPINIÓN | Ántero Flores-Araoz: tras cuernos palos

Ojalá que en el próximo fenómeno destructor de la naturaleza, no nos coja con los pantalones abajo, y tengamos que volver a lamentarnos.
fenomeno
03-03-2019

Hace algo más de dos años, se soportó especialmente en el norte del país, aunque en otras zonas también, las consecuencias del fenómeno climático denominado “Niño”, pero que en aquella oportunidad se le agregó el apellido “costero”, por cierto innecesariamente, como tampoco fue necesario apellidar al Congreso Constituyente de 1993 como “Democrático” y, al organismo público encargado de la reconstrucción de las zonas afectadas por el Niño Costero como “ Autoridad para la Reconstrucción Con Cambios”. Somos muy inclinados a los agregados y a los diminutivos, pero en fin así en nuestra idiosincrasia.

Bueno pues, aunque se enfaden los responsables, no hubo cambio alguno. Siguió la desidia oficialista, la inoperancia del aparato del Estado, los trámites burocráticos interminables, y lo poco que se ha hecho en la reconstrucción de las zonas dañadas, con dudosa calidad.

Los desastres naturales recurrentes, son absolutamente predecibles, y las experiencias habidas en reconstrucción, debían ser aleccionadoras, sin embargo, el anterior grave desastre natural, previo al Niño Costero, fue el terremoto de agosto del año 2007 en todo el sur medio, pero sin lección aprendida.

Penosamente la atención de los primeros auxilios fue deficiente, salvo la actuación de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, Bomberos y Parroquias, destacando las actividades de las dos primeras en la limpieza de desmontes, creación de escombreras, pero, sobre todo, otorgando seguridad a las personas que resultaron damnificadas. La planificación de la reconstrucción también fue deficiente en el Sur Chico y, ni que decir de la ejecución, tardía e insatisfactoria, a lo que se agregó la creación de una autoridad pública, especial para la reconstrucción, a la que nadie hizo caso y menos respetó.

La experiencia de las consecuencias del terremoto del 2007 y la atención de sus estragos, debieron ser ejemplarizadoras, es decir, que conociéndose los defectos de la atención a los damnificados y la reconstrucción, para cualquier otro evento destructor de responsabilidad de la naturaleza, estuviésemos preparados. Pues no señor, llegó el “Niño Costero” y como que no hubiera habido experiencia previa, se cometieron los mismos errores, pero lo peor, en prevención: cero balas y cero puntos, como dice añejo adagio. Ha venido el nuevo Niño que está asolando al sur del país, pero luego pasó también al centro y ahora nuevamente lo tenemos en los departamentos norteños. Tenemos un nuevo Niño, pero del de hace dos años no se ha terminado aun la reconstrucción, como tampoco el des colmatado y limpieza de ríos, encausamientos, reubicación de viviendas en zonas peligrosas a otras localizaciones, y en fin todo lo necesario para poner en orden los poblados dañados.

Todo lo señalado es francamente muy preocupante, pues acredita que no se ha aprendido nada de los anteriores desastres naturales, seguimos sin planificar como tampoco prevenir. Ahora tenemos una nueva oportunidad para hacer bien las cosas, ojalá que, en el próximo fenómeno destructor de la naturaleza, no nos coja con los pantalones abajo, y tengamos que volver a lamentarnos.