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OPINIÓN | Ántero Flores Aráoz: Sueños truncados

El Estado no podía satisfacer la vocación de estudios de quienes querían postular a las universidades.
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23-06-2019

El sueño o aspiración de muchas personas es forjarse para ellas y sus familias un futuro distinto al que la vida les había proporcionado a sus antepasados y a ellos, hasta tal momento. El futuro en cuestión en la realidad era tener empleo o actividades que les permitieran vivir en mejores condiciones y lograr para sus hijos una educación de mejor calidad. Además en el debate de los últimos tiempos un impostergable fue la democratización de la educación y hacerla accesible a todos.

La aspiración antes mencionada de mejor educación para los hijos, cuando estos culminaron la etapa escolar, se tornó en acceso a la universidad, lo que equivaldría al final de sus estudios, a remuneraciones más altas e incluso al ascenso social.

El Estado no podía satisfacer la vocación de estudios de quienes querían postular a las universidades y, ante tal falencia, la actividad privada fue creando más universidades asociativas para luego incursionar en las societarias, que en buena medida suplieron al Estado cuando este no podía atender a todos los que tuviesen pretensión universitaria.

Cierto es que no todas las universidades, públicas como privadas, cumplen mínimas condiciones de calidad, por lo que, para su licenciamiento, tienen que acreditar ante SUNEDU el cumplimiento de los requisitos establecidos y, como hemos expresado en anterior artículo, dicha autoridad debería acompañar a las universidades en sus esfuerzos de mejora, tanto en plazos como en asesoría, orientación y facilitación. Es decir, un Estado promotor y que impulse el desarrollo.

Lejos de ello, la autoridad, a quienes no cumplen con los mínimos, simplistamente no la licencia, sin ampliar plazos de adecuación y sin acompañarlos en el esfuerzo y, lo que es peor, generando una grave afectación social, pues deja fuera del ámbito universitario a miles y miles de alumnos que no podrán regresar a estudios superiores.

Hay que recordar que hay universidades no licenciadas que sus sedes se encuentran en zonas fuera del área urbana tradicionalmente consolidada y que, si quisieran cambiar los alumnos a otras universidades, se encontrarán con la cruda realidad que no hay cupos suficientes para los miles a los que se les niega un mejor futuro, que hay que tomar muchísimo más tiempo para desplazarse a otras universidades y encima requerirán de más recursos para el pago de pensiones y movilidades.

Los sueños de los alumnos de ser profesionales universitarios quedan truncados y, los sueños de los padres de ver a sus hijos profesionales, con mejores retribuciones y con condiciones de vida mucho mejores que las que ellos tuvieron, caen tristemente por los suelos, con el resultado de frustración familiar y el sinsabor de no tener recursos suficientes para el cambio de universidad por el cierre de la originaria, ello por la falta de visión de la autoridad gubernamental. ¡Ojalá lo entienda!

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