OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Regreso a clases"
Al igual que en otros países, la pandemia del Covid-19 que aún nos afecta en sus diversas variantes, originó el cierre físico de escuelas, colegios, jardines de la infancia, hasta escuelas superiores y universidades.
Como los estudiantes deberían seguir con sus actividades de aprendizaje, se dispuso que las lecciones fuesen no presenciales y se dictasen en forma digital, mediante plataformas vía Zoom u otras aplicaciones.
Como la cultura y disponibilidad digital no estaba al alcance de todas las familias, peor aún, su universo era reducido, el Estado se vio precisado a adquirir impresionante número de laptops para entregarlas a los educandos.
El resultado de la educación no presencial, esto es virtual, no ha sido muy halagador, pues por un lado no todos los profesores estaban habituados a la tecnología digital, los estudiantes no alcanzaban los conocimientos transmitidos, las pruebas periódicas eran difíciles y a mayor abundamiento, faltaban deportes y educación física, así como el trato cercano entre los alumnos, que estaban confinados en sus domicilios, no necesariamente con suficiente espacio para el aprendizaje.
Ahora que por las vacunas y el buen desempeño de los gobiernos de Sagasti y de Castillo en la colocación de las vacunas, se viene evaluando la conveniencia de reiniciar clases presenciales, unos en la creencia que solo debería existir ese tipo de clases, otros porque creen que debería ser un modelo híbrido con clases presenciales y no presenciales y, otros criticando el cierre de los locales escolares, pues no había sido necesario, posición esta última con la que discrepamos pues el Estado tenía que tomar las providencias del caso, por una pandemia de consecuencias imprevisibles.
Para el reinicio de clases presenciales, lo que aconsejaría el tino, es que sean en horarios reducidos, con inicio y término de clases que no se crucen con el ingreso o salida de centros laborales, para no intensificar la ocupación del transporte público o privado, clases que deberían ser complementadas con tareas y enseñanza por sistema digital. Adicionalmente podría haber horarios escalonados, con clases para diversos grupos de alumnos, unos en horario diurno y otros en vespertino.
Algo que también debería evaluarse es la forma de evitar contagios en paraderos de transporte público, en que se aglomeran trabajadores y estudiantes sin guardar la distancia social requerida e incluso algunas veces, sin uso de las mascarillas que por norma legal son obligatorias.
Una de dichas formas sería la reducción de las posibilidades de contagio con menor utilización del transporte público. Para ello la fórmula sería que los alumnos que reciben clases en las escuelas del Estado, lo hagan en aulas cercanas a sus domicilios. Si el Estado es quien solventa la educación pública, debería estar habilitado para decidir el lugar en que se dictan las clases, pues no tiene sentido alguno, por ejemplo, que alumnos que domicilian en Villa El Salvador, tengan que hacer transbordos para llegar a la que fue la Gran Unidad Escolar de Alfonso Ugarte en el distrito de San Isidro.
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