Opinión | Ántero Flores-Aráoz: "No seremos Perúzuela"
Al leer el artículo titulado “De Chile a Chilezuela”, perteneciente al reputado economista chileno Sebastián Edwards, me estimuló a preparar esta columna respecto al Perú y encontré similitudes. Edwards explica la actual situación que vive Chile, motivándola en un sentimiento de culpa de las clases sociales más favorecidas por la fortuna, para llamarlas de alguna forma entendible y sin tecnicismos.
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El sentimiento en cuestión es en síntesis debido a que, si bien hubo crecimiento en lo económico, no fue suficiente para sacar a más personas de la situación precaria en que se encuentran, viéndose ello más grave por la comparación de indicadores económicos de países desarrollados y con altos índices de calidad de vida.
El versado economista menciona como error hacer comparaciones con economías avanzadas, cuando lo que corresponde es realizarla con similares y con lo que era el país antes de comenzar su despegue económico, y es así que en su artículo hace precisiones cualitativas y cuantitativas, con el resultado de que hay que dejar de lado el complejo de culpa para estar orgullosos de lo que se ha ido logrando, aunque reconociendo que hay que seguir en la tarea, lo que el autor de esta nota llama poner acelerador al empeño del crecimiento económico que nos pone en el camino de lograr mejor nivel de vida para todos.
Hace hincapié Edwards en que no hay que dejarse acomplejar, ni ponerse en actitud de pedir perdón por las desigualdades, pues como ya lo hemos advertido en otras columnas de opinión, la igualdad tiene que ser de oportunidades pero no de meta, dado que partiendo del mismo lugar, avanzarán más los que más se esfuercen y llegarán a la meta unos más rápido de otros, algunos se retrasarán, otros quedarán en el camino y otros ni siquiera pondrán un granito de arena para aprovechar las posibilidades de ascenso que genera la economía social de mercado.
Para no quedarnos en solo conceptos y mostrarles cifras, pedí la colaboración de María Paula Bonifaz, habituada al análisis económico. El resultado es más que satisfactorio puesto que en la inflación promedio bajamos de casi 410% en 1991 hasta el 4% en el 2021 habiendo estado aun mejores prepandemia.
En el 2004 nuestra población en situación de pobreza monetaria era el 59% que se redujo al 20% prepandemia aumentando al 30% durante el más duro año del COVID 19. En cuanto a pobreza extrema, cayó del 7.6% en el 2010 al 2.9% prepandemia, para casi doblarse en el período de la pandemia.
El PBI per cápita ajustado por inflación en 1990 fue de S/ 6,876 y aumentó a casi S/ 17,000 prepandemia, para reducirse a S/ 14,885 en el 2020. El número de hogares en clase media el 2008 fue de 1'755,000 habiéndose duplicado el año prepandemia.
El ingreso laboral promedio el 2001 fue de S/ 780 habiéndose duplicado en el 2021. Los ingresos mensuales en los niveles
socioeconómicos (NSE) A al E también fueron aumentando hasta que los efectos de la pandemia los perjudicaron. La reducción en el índice de Gini también nos ha sido auspiciosa y recientemente la OCDE ha invitado al Perú a incorporarse.
Como vemos, debemos estar orgullosos de lo logrado, aunque se requiere más empuje en el camino correcto: o queremos transformarnos en Perúzuela.
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