OPINIÓN | Antero Flores-Aráoz: Luces y sombras en la capital
Hace pocos días, en domingo post pandemia, fui a San Juan de Lurigancho, distrito limeño de gran dimensión y población, para luego pasar por el centro de la ciudad a fin de tomar la vía rápida hecha por Luis Bedoya Reyes, a la que llamamos el “Zanjón de Bedoya” para conectarme con la Avda. Javier Prado Este y regresar a mi casa.
En ese recorrido, quedaron en mi vista, lo que diríamos luces y sombras, a fin de no tener que calificar como lo bueno y lo feo, que podría incordiar a algunas personas. Bueno pues, a riesgo de incomodar, lo bueno que percibimos estaba en las columnas del tren eléctrico, que originándose en Villa El Salvador llega hasta San Juan de Lurigancho.
Lo singular de tales columnas, solo dentro de la jurisdicción del último distrito nombrado, es que estaban pintadas con imaginativos y coloridos murales, que hacían agradable el panorama y evitaban la rutinaria visión de columnas anodinas.
Lo malo, es que sobre algunos de los murales populares de llamativos matices, malogrando sus imágenes, les habían pegado afiches anunciando espectáculos, como también espantosos garabatos, cuya fealdad quieren disimular bajo la denominación de grafitis.
El bonito “paisaje” malogrado por antisociales que no respetan propiedad pública ni privada y, peor tratándose de los garabatos, la pintura que utilizan les cuesta a los vándalos urbanos. Gastan su dinero para reventar al vecindario, como dirían antiguas publicaciones: de Ripley.
Ya en la avenida Abancay, tratamos de ingresar al centro histórico o damero de Pizarro. Vaya sorpresa, en ninguna de las esquinas se podía voltear hacia el centro. Si existía tiempo y decisión, había que llegar hasta el Parque Universitario y La Colmena para entrar o por el Jr. Carabaya o Lampa para el correspondiente recorrido, ingreso a los cafés o a los establecimientos comerciales.
Como lo que se podía hacer en el centro de la ciudad, también se puede realizar en centros comerciales de otros distritos y, no teniendo vocación masoquista ni ánimo de estropear el domingo y perder el tiempo, los cafés y los comercios del centro perdieron clientes. La causa de todo ello era que significativo número de vías han sido convertidas en peatonales.
Por toda la ciudad, produciendo contaminación visual, los enmarañados y peligrosos cables aéreos eléctricos y telefónicos, que ya deberían ser subterráneos. Al ingresar por el Paseo de los Héroes Navales, vimos grupos de personas que, al aire libre, hacían ejercicios físicos y danzas, otros simplemente paseaban y varios más hacían ciclismo, siendo satisfactorio que se empleen los espacios públicos para cosas positivas.
Por la avenida Javier Prado llegamos al Óvalo Monitor, donde ya circulaban vehículos por el paso a desnivel. Todos los aplausos, pese a que siempre habrá detractores a los que llamamos “Don Pésimo”, pues siempre criticarán por el prurito de hacerlo. Bueno pues, la ciudad tiene muchas cosas buenas y, las malas siempre podrán ser corregidas y para ello se necesita mucha educación cívica. Es urgente.
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