17/12/2022 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En esta columna, me referiré al primer gabinete ministerial de la presidenta Dina Boluarte. La ciudadanía esperaba que el actual Consejo de Ministros sea mejor que el cesante, tarea que no era difícil, más aún diría que sumamente fácil, puesto que salvo algunas excepciones la composición del anterior gabinete, al igual que los que le antecedieron a partir del 28 de julio de 2021, fueron PÉSIMOS y en mayúsculas.
Buena parte de la población tenía cifradas su esperanza en que la presidenta, buscaría como colaboradores a personas conocidas por la comunidad, de acreditada solvencia moral y técnica y, que tuvieran cierta experiencia política que les facilitase la complicada tarea de manejar el aparato público y en simultáneo tender puentes y concertar con el resto de los actores políticos para llevar la fiesta en paz, esto es que haya estabilidad y se genere confianza. Las primeras reacciones de los sectores representativos del país, fue de desconcierto, pues salvo muy pocos, la mayoría de los ministros les eran desconocidos.
Se tenía que ir corriendo a Google o Newlink para saber de quienes se trataba y cuál era su trayectoria. Explicable el desconcierto, aunque también lo era probablemente la decisión de la primera mandataria de la Nación, de contar con su gabinete ministerial lo más pronto posible y, en el otro lado, la desconfianza de los que tenían altas calificaciones para ser llamados, que no querían comprometerse con un nuevo gobierno lleno de interrogantes pues pensaban que podría ser la continuación del de Pedro Castillo.
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La determinación de la presidenta ha demostrado habilidad inicial, pues probablemente al no encontrar figuras conocidas que asumieran los cargos ministeriales con sus riesgos, optó por recurrir a altos funcionarios estatales que actuaban sea como viceministros o como directores generales.
Consecuentemente que tenían conocimiento y experiencia. El hecho que los ministros recientemente juramentados no fuesen conocidos, no empaña su perfil para el cargo. Destacan por ejemplo la viceministra de Relaciones Exteriores y el viceministro de Hacienda, entre otros, encumbrados a rango ministerial, con basto conocimiento de sus sectores y sin que existan manchas en sus hojas de vida.
Asumir cargos ministeriales luego de una vacancia presidencial, no es tarea fácil, de suyo es complicada y además riesgosa, ya que no se trata del cambio quinquenal acostumbrado, sino es uno absolutamente extraordinario, que por no haber sido esperado genera conflictividad dado que los seguidores del presidente vacado no se resignan a la situación, por más legal y justa que ella sea.
El gabinete ministerial, respecto a la conflictividad social, tiene que actuar simultáneamente con firmeza, pero también respetando los derechos humanos de todos y, principalmente recobrar la calma que debe existir en el Perú, todo ello entre las exigencias inmediatas.
La tarea más importante del gabinete es la de generar confianza en la ciudadanía y en los actores económicos, pues sin clima adecuado para la inversión no habrá generación de empleo y, sin ello, difícilmente saldremos del hoyo. Se impone el diálogo, serio y sincero en bien de la patria.
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