OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Envidia policial"
Semanas atrás, un buen amigo policía, con buen tiempo en situación de retiro, me decía que sentía envidia de la Policía del Ecuador, en que su alta dirección sacaba la cara por su institución y la hacía respetar.
Me quedé con la curiosidad e indagué de qué se trataba. Resultó que la directora de la Policía Nacional del Ecuador, de nombre Tannya Gioconda Varela Coronel, ante las críticas que se levantaron en la hermana República del norte, luego de que la Policía ecuatoriana, en cumplimiento de su deber, recobrara la tranquilidad pública después de once días de disturbios, principalmente en Quito, salió a defender a su institución y a sus subordinados.
Reconocía que podían haber excesos, pero siempre estaba la entidad policial abierta a todo tipo de investigaciones. No le faltaba razón, pues siempre pueden existir actos individuales ajenos al cumplimiento de la ley y que podrían generar responsabilidades, y también sanciones, pero que son singulares y que solo deben afectar a los infractores y no a toda la institución policial.
Si se compara con lo que sucede en nuestra patria, aunque dicen que las comparaciones son odiosas, no por ello menos ciertas, la distancia es abismal. Aquí ante cualquier inconducta policial, que como repito son individuales, se hacen falsas generalizaciones y se ofende a todos los policías, atribuyéndoles calificativos insultantes que no merecen, pues hay miles de miles de policías que son honestos, cumplidores de sus obligaciones, que ejercen sus atribuciones y facultades dentro de la ley y que son honrados.
Pero lo peor no son los excesos verbales de los ciudadanos o las crónicas ácidas de los medios, sino la falta de apoyo a la institución policial, desde las más altas esferas, llamadas a defender a los buenos policías, responder ante las calificaciones desdorosas y resaltar los méritos que siempre existen. Esa falta de apoyo desmoraliza a los policías y podría generar que se inhiban de actuar cuando sea necesario, simplemente porque no encontrarán adecuada defensa de sus superiores, lo que no es lo mismo que cerrar los ojos ante las inconductas.
Aquí, en nuestra patria, encima de las carencias señaladas, es entendible la envidia de nuestros policías a la institución policial homónima del Ecuador. En nuestra patria, además de la falta de apoyo y respeto a la PNP, se descabeza a sus mandos y se les envía prematuramente al retiro, frustrándose vocación y carreras profesionales de larga data. Para colmo se abren las puertas del país a instituciones foráneas y organizaciones no gubernamentales internacionales, que permanentemente actúan con sesgo anti policial y sin objetividad, dañando la respetabilidad de muchos policías que se sienten lógicamente afectados.
Qué razón tenía el exministro del interior Fernando Rospigliosi, cuando a los cuatro vientos exclamaba: A LA POLICÍA SE LE RESPETA.
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