06/11/2018 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Del 7 y al 9 de noviembre se realizará el X Congreso Nacional de Sociología en Huancayo, con el lema 'Hacia una República sin corrupción ni violencia, camino al Bicentenario'; uno de los temas fundamentales será el de partidos políticos y crisis de representación, cuyos expositores seremos Aldo Panfichi, Silvana Vargas y el suscrito.
Al respecto, algo que generalmente se pierde de vista es que históricamente han sido escasos los periodos en que funcionó un sistema de partidos en nuestro país. Para empezar, mientras que en países hermanos, por ejemplo Chile y Argentina, los primeros partidos políticos se constituyeron durante los años posteriores a su Independencia, en el Perú el primero en ser fundado fue el Partido Civil (1871), denominado Sociedad Independencia Electoral. Los civilistas predominaron desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, respondiendo a los intereses de la oligarquía limeña.
Tardamos 50 años para tener un partido político, prevaleciendo el caudillismo, militar y civil; aspecto que marcó la pauta hasta nuestros días. El recurrente superávit de caudillos y déficit de líderes representa un factor contrario a la institucionalidad democrática y la construcción de colectividades políticas articuladas en torno a una ideología y un programa.
El último sistema de partidos que, mal que bien, rigió, fue el de los años 80 (PPC, Acción Popular, Partido Aprista e Izquierda Unida), con espacios ideopolíticos definidos, donde el transfuguismo no tenía cabida, salvo excepciones. Luego, esa mezcla terrible de fujimorismo/senderismo puso fin a todo tipo de institucionalidad, política y social, apareciendo los independientes como supuesta alternativa, primero con Belmont en 1989 y luego con Alberto Fujimori en 1990.
Desde entonces carecemos de verdaderos partidos y el más antiguo -el Apra- se transformó en el alanismo, caracterizado por anteponer intereses privados vinculados a los negociados de su presidente, abandonando su base doctrinal. La gran mayoría son vientres de alquiler y más parecen sociedades anónimas; si hay discrepancias ya no hay expulsados sino despedidos.
Ante la evidente fragmentación y crisis de paradigmas, necesitamos un real sistema de partidos con ideas y programas; esto implica refundar nuestro país y renovar la política desde la sociedad civil, pues resulta inviable hacerlo desde los actuales partidos, sean de derecha, centro o izquierda. Nuevos liderazgos con equipos y ética, que representen al Perú diverso, serán forjados agrupando a los distintos movimientos y asumiendo el reto de construir una República de ciudadanos desde los espacios locales y regionales.