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OPINIÓN|Manuel Rosas: Se pondrá peor, no lo duden

No sé lo que vaya a pasar con el testimonio del congresista Miguel Castro sobre manejos de fondos para campaña de Fuerza Popular.
07-11-2018

No sé lo que vaya a pasar con el testimonio del congresista Miguel Castro sobre manejos de fondos para campaña de Fuerza Popular. No me interesa el destino legal que vaya a tener su relato. Ni siquiera me interesa la verdad legal que se construirá a propósito de este y otros testimonios. En mi país la verdad legal suele estar alejada de la verdad real. Lo cierto es que la historia contada por Miguel Castro es la misma de Rolando Reátegui y ambos son del cogollo del fujimorismo. Ambos participaron de niveles altísimos de decisión en el partido de Keiko Fujimori. Ambos participaron de un festín impresionante para meter, a la campaña política naranja, ingentes recursos de manera irregular o ilegal o criminal o como quiera llamarlo. Incluso no me desvela saber si lo hecho es delito o no.

Esa discusión que tanto encanta, a mí, ni la tos me da. Me basta y me sobra la acción desleal. Me basta y me sobra la clandestinidad. Me basta y me sobra los acuerdos de cúpula para torcer lo normal, lo correcto, lo ordinario. Me basta y me sobra la acción de poner miles de dólares (sin saber procedencia) para hacer campaña y luego inventar informes mintiendo a ONPE. No entiendo el debate legal, se los dejo a fiscales, a jueces, a abogados, analistas de toda laya. No entiendo el griterío de uno y otro lado citando la Constitución para justificar cárcel o libertad. Parece cosa de locos. Los dos bandos tienen el mismo documento a la mano pidiendo cosas absolutamente opuestas. Pero si me cuesta entender el debate legal me cuesta más entender el debate político, la discusión en la calle importando argumentos legales para justificar o para castigar a Keiko y su partido.

Hemos perdido la noción de lo intachable. Andamos tan caídos de gente honesta que la verdad aceptamos lo que sea. Es tan esquiva la honradez que nos contentamos con medio ladrones, medio rateros, medio corruptos. Nos quedó tan alta la exigencia de transparencia en los políticos que terminamos aceptando a los que roban pero hacen obra, recibió dinero turbio pero no coima, recibió plata de constructores rateros pero como no llegó al poder no se puede condenar. Keiko no es como Toledo, dicen. Keiko no gobernó como Alan, dicen. Keiko no participó en licitaciones porque no gobernó, dicen. Y eso, eso tan pobre se convierte en gran argumento para salvarla. No hay forma. Lo que están diciendo es tan simple como que no robó porque no llegó. No robó porque faltaron 40 mil votos. No robó por poquito. ¿Quién puede explicar eso? Yo no. En política deben estar los intachables, los sin culpa, sin mancha, sin anticuchos, sin robos, sin fondos oscuros, sin vínculos con mafias, sin plata entregada como coima anticipada. Si eso es exigir mucho, contentémonos con el país en ruinas que tenemos. Se pondrá peor, no lo duden.

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