07/11/2018 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La Inteligencia Artificial (AI) es un tema controvertido. En el blog Xataca, a cargo de Javier Pastor, me llamó la atención un post. Y es porque el analista refiere que en 1956 un grupo de personas en Darmouth College creyeron que habían creado el dotar a las máquinas de la capacidad de pensar.En los últimos años de los 50, la IA vivió una era esplendorosa en la que las máquinas lograban en juegos de mesa ser mejor que muchos seres humanos, resolvían problemas algebraicos y lógicos e incluso aprendían a hablar inglés.
La inversión en proyectos en IA era enorme, y los creadores de la disciplina creían que ese reto pronto se superaría. Herbert Simon predijo que en 20 años "las máquinas serían capaces de realizar el trabajo de cualquier hombre".Pero ello, luego se convirtió en decepción y el tema se enfrió.Se señaló que la inteligencia, que es la actividad mental para adaptar entornos relevantes, tenía al menos una de tipo componencial; es decir, la clásica de análisis; la creativa y la contextual, que es la adaptación al medio. El problema surgió en el no acuerdo para definir la IA, porque Deep Blue, la computadora de IBM que en 1996 le ganó a Kasparov al ajedrez o AlphaGo, desarrollado por Google Deep Mind, en el 2015, y que le ganó a un profesional en el juego de mesa GO; planteaban si esas máquinas fueron lo "suficientemente inteligentes" como para hablar de inteligencia artificial.
Por ello, aparecieron tres categorías para clasificarla según su alcance y su ámbito de aplicación. La “débil”, que resuelve problemas definidos como los asistentes de voz, diagnósticos médicos y bots en los videojuegos; es decir, los programas que son capaces de jugar por sí mismos. Una segunda general, que permitiría resolver cualquier tarea intelectual por un ser humano, capaz entonces de realizar juicios y razonar ante una situación de incertidumbre; además de comunicarse en lenguaje natural.Pero no es esa inteligencia artificial la que tanto nos vende Hollywood, señala Pastor. Le falta un elemento esencial que es el que diferencia a la llamada IA fuerte, que es la tercera categoría. Ella posee los llamados "estados mentales", y además es consciente de sí misma.
Esta categoría fuerte sería capaz de resolver cualquier problema y podría contar con una experiencia subjetiva propia, o ser capaz de sentir emociones.En esencia, una IA fuerte lograría contar con los estados mentales que poseen los humanos, pero lograría ir mucho más allá gracias a su capacidad de cálculo y de adaptación al entorno. Si se lograra desarrollar esa IA fuerte, habríamos alcanzado ese punto de inflexión en la historia, resolviendo todos los problemas de la humanidad, en una nueva era en el que el bienestar y la calidad de vida serían extremos y con conciencia de que ya no somos tan necesarios. El autor concluye que esa AI fuerte tardará aún mucho en llegar. Pero la artificial débil seguirá sorprendiéndonos con nuevos logros y esos avances acabarán siendo claves en un campo que efectivamente plantea una revolución total de nuestro mundo. Las robots humanoides Jia Jia y Sophia ya dan mucho que hablar.