03/11/2018 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En las sociedades antiguas, la longevidad era un privilegio reservado a la nobleza pues la expectativa de vida en la mayoría de las civilizaciones era bastante corta. El envejecimiento como fenómeno social es algo nuevo en la historia de la humanidad, habiéndose encontrado en los últimos dos siglos una multiplicación de la población mundial por seis veces, mientras que la población de la tercera edad se multiplicó por quince, según cifras del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, considerando las Naciones Unidas como Tercera Edad, a personas de 60 o más años de edad, el periodo de 65 a 74 años correspondiente a edades de envejecimiento pero con oportunidad para una vida con autonomía y buena salud, y entre los 75 y los 84 años se avanza en la vejez con algunas pérdidas de capacidades y dependencias para la salud, el sostenimiento y el cuidado con poca o ninguna protección social.
En el Perú, en 30 años, la esperanza promedio de vida al nacer tuvo una ganancia de 19 años, de 58.2 años en 1985 a 72 años en varones y 77.3 años en mujeres en el 2015. Se debe diferenciar que a la vejez no la acompañan síntomas de enfermedad sino manifestaciones del envejecer natural muy distintas al envejecimiento patológico, por tanto, la vejez no es enfermedad sino parte del proceso evolutivo-involutivo del ser humano, lo que obliga a tener en cuenta los aspectos preventivos de las enfermedades de la vejez. En el último estudio sobre la mortalidad en el Perú publicado últimamente por el Minsa, se reporta como causas principales de muerte en el adulto mayor, a las infecciones respiratorias agudas bajas, las cerebrovasculares, la pulmonar intersticial, las isquémicas del corazón, la diabetes mellitus, las neoplasias malignas de próstata, estómago, hígado, vías biliares, pulmón, del cuello uterino, mama y colon y la hipertensión arterial; ocho tipos de patologías que llegan al 49.4%, prácticamente la mitad de todas las muertes en adultos mayores, la mayoría de ellas prevenibles y detectables en el Primer Nivel de Atención. ¿Proveen nuestros servicios de salud estas atenciones? ¿Estamos en una verdadera dirección para reforzar éste primer nivel? ¿Vamos en el camino correcto para tener una sólida Red Integrada de Servicios de Salud? Es indispensable desarrollar políticas de vida que permitirán responder a un aumento de las demandas de servicios de atención geriátrica, tanto como de los servicios de recuperación de las habilidades y la atención a los discapacitados.
Con el avance de la vejez, la actividad económica decrece en tamaño y rentabilidad, obligando en el Perú a que el 40% de personas de 70 años o más trabaje, aunque en condiciones precarias y con una pensión insuficiente e insultante si la comparamos con el grupo de ancianos de países del hemisferio norte. En cuanto a la atención de su salud, nuestro sistema pensionario necesita un reajuste y reforma para que los derechos los trabajadores de la tercera edad se cumplan. Los ancianos no son una carga para la sociedad, son una fuente de sabiduría, el centro de la familia, los que ayudan a los niños a dar sus primeros pasos y que les enseñan el camino toda una vida. La tercera edad trae consigo un esplendor de sabiduría y un halo venerable de experiencia no correspondiendo la jubilación por límite de edad a una realidad vital ni mucho menos a una necesidad ni del anciano ni de la sociedad. No existe otra alternativa al envejecimiento que la muerte prematura.