03/12/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El 2 de diciembre es una fecha de triste recordación en nuestro país, pues ese día fallecieron José María Arguedas (1969) y Alfonso Barrantes Lingán (2000); aunque al mismo tiempo pasaron a la historia por su rol trascendental en la construcción de la Nación peruana.
José María Arguedas, autor de libros fundamentales como Todas las sangres, Los Ríos profundos y El zorro de arriba y el zorro de abajo, fue uno de los grandes intelectuales del Perú. Su pensamiento, resumido en el célebre discurso No soy un aculturado, (octubre de 1968, cuando ganó el Premio Inca Garcilaso de la Vega):
No pretendí jamás ser un político ni me creí con aptitudes para practicar la disciplina de un partido, pero fue la ideología socialista y el estar cerca de los movimientos socialistas lo que dio dirección y permanencia, un claro destino a la energía que sentí desencadenarse durante la juventud.
El otro principio fue el de considerar siempre el Perú como una fuente infinita para la creación. Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores.
Alfonso Barrantes Lingán fue elegido alcalde de Lima en 1983, derrotando a Barnechea (entonces candidato del APRA), a Grados Bertorini (AP) y Amiel (PPC). Ganó liderando el frente Izquierda Unida, consiguiendo un gran apoyo popular y ciudadano que le permitió ser el primer socialista en ganar una capital sudamericana. En el cierre de campaña, el 8 de noviembre de aquel año, convocó a una multitud que le escuchó decir, citando a José Martí, que El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber. Además, premonitoriamente manifestó que Los que hasta ahora hemos sido vencidos, man?ana venceremos.
Su mensaje fue un llamado a la unidad para lograr los cambios democráticos que exige la ciudadanía. Su honradez fue una de sus principales cartas de presentación y cuando inició su gestión llegó a la Municipalidad de Lima en un pequeño auto marca Volkswagen y al culminar su periodo se retiró en el mismo vehículo. Además, hubo una recordada entrevista cuando el periodista Humberto Martínez Morosini preguntó, con sorna: ¿Usted, doctor Barrantes, sigue creyendo en la revolución? La respuesta, fulgurante, fue: Vea, amigo Humberto, en el Perú, un gobierno honesto sería una revolución. Y todos lo recordamos como una persona transparente, tenaz luchador contra la corrupción, a quien el pasaje bíblico (San Mateo) lo retrata: Por sus frutos los conoceréis.
El sentido del Perú profundo fue magistralmente expuesto por el Amauta Arguedas, desde una visión de cambios de raíz y no del mero maquillaje, coincidiendo con Barrantes, cuya honestidad no se limitó a ser un discurso sino que fue una realidad viva.
Frente al mercantilismo egoísta de los grandes empresarios (KONFIEP) y los políticos a su servicio, cuya avaricia es su razón de ser; los postulados de Arguedas y Barrantes, sustentados en los valores de justicia, libertad y dignidad en correspondencia con su opción socialista democrática, se hallan presentes en la lucha cotidiana de hombres y mujeres, especialmente jóvenes. Recreando a José Carlos Mariátegui -quien inspiró a los dos- si bien somos pesimistas a la luz de lo que viene ocurriendo, también somos optimistas del ideal y de la fe que moverá montañas para construir un nuevo Perú.