COLUMNA | Eduardo González Viaña: "Mi compadre convertido en un cerro"
Una mañana de 1996, El Tuno apareció en mis sueños en mi casa de Oregón, para comunicarme su muerte ocurrida en el Perú hacía unos días.
Lo hizo porque yo había publicado hacía algunos años: “Habla, San Pedro. Llama a los brujos”, un libro dedicado a contar la vida de este hombre, Eduardo Calderón Palomino, también llamado El Tuno, chamán, ceramista, pescador, cocinero y maestro de escuela, y a describir la gracia, la coherencia y los prodigios de su impar sabiduría.
De entonces para acá, mi compadre -como cariñosamente me designó- no dejó de hacer noticia. En esos días, el 'National Geographic Magazine', la más importante revista de divulgación científica del mundo le dio cobertura de decenas de páginas. Después, Hollywood le dedicó un documental.
Fue en el verano del 78, cuando comencé a entrevistarlo en la playa de las Delicias de Moche, Trujillo.
El reportaje iba a aparecer en la televisión holandesa, y el libro lo publicaría 'Argos Vergara' en Barcelona. Pensando que el público europeo tenía una imagen flaca y demacrada de los chamanes, se lo dije.
“¿Cómo dices? ¿Qué los ascetas no trabajan? ¿Asceta, yo? ¿Vegetariano?... Mira, eso debe ser en otros lugares y entre otra gente. Aquí somos muy pobres, y no podemos pasarnos el día meditando”:
Una proclama rotunda de felicidad envuelve todo lo que El Tuno me contó, y yo narré a mis lectores acerca de los brujos del Norte del Perú, los encantamientos de esa región, la vida cotidiana de un chamán y las diversas fórmulas de cortesía que usted debe utilizar para acercarse a un San Pedro, hablar con él e iniciar una gran amistad con ese cactus.
En la Feria del Libro de Roma de 2010, presenté. “Don Tuno, il signore dei corpi astrali” con una traducción de Giulia Spagnesi.
Me acaba de llegar una foto de esa época tomada por Víctor Phumpiú, uno de los mejores amigos de toda mi vida que ya está en el mundo de los sueños. ¿Quién hace reír a quién? - me pregunta Erivan, su hijo, y eso me invitó a escribir estas líneas.
El Tuno y la vieja cultura peruana invaden el mundo. Y eso me hace dudar: Quizás a él no lo soñé: fue él acaso quien soñó conmigo, contigo y con todos nosotros allá donde se encuentra ahora, en esa otra tierra de Dios en la que todos los sueños son eternos.