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OPINIÓN|Pedro Paredes: El cannabis de Liz

Liz tiene 59 años y vive en Iquitos, hace siete años le detectaron diabetes y el golpe emocional fue bastante fuerte.

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07/01/2019 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023

Liz tiene 59 años y vive en Iquitos, hace siete años le detectaron diabetes y el golpe emocional fue bastante fuerte. Recuerdo haberla visto llorar en más de una ocasión en el hospital, mientras permanecía internada durante el tratamiento de las primeras manifestaciones de la diabetes en su cuerpo. “El mundo no se acabó. Hay que seguir adelante”, escuché decir aquella vez a su esposo, que dos años después la dejaría viuda por un problema degenerativo renal. Vaya golpe.

Con la procesión en el alma, le hizo frente a esta enfermedad que endulza la sangre, pero vuelve amarga la vida. Fue diligente en sus comidas y medicinas, hacía mucho ejercicio al caminar ¡Era su placer! Hasta que un día sus piernas dejaron de responder. “Señora, usted tiene neuropatía, y eso no se cura”, le dijo uno de los tantos endocrinólogos particulares que visitó, cansada de esperar durante medio año la confirmación de la cita en Essalud y de probar tratamientos sin resultados.

Poco tiempo después, el cáncer se llevó a la tercera de sus hijas. El corazón de Liz ya desbordaba en dolor y el brillo de sus ojos se convirtió en un gris tan profundo que intentaba ocultarlo en una dolorosa sonrisa de resignación, desmoronada aún más por las piernas que debía arrastrar; muchas mañanas enteras no salió de cama y su nivel de depresión alertó a sus demás hijos, que buscaron la forma de verla caminar como antes y que salga a respirar nuevos aires.

“Hay algo que creo te hará bien, escuché del aceite de cannabis -le dijo su hijo por el teléfono- pero lo preparan acá en Lima”. Liz, al escuchar la palabra 'cannabis' se vio fumando un porro al ritmo de un reggae de Bob Marley. Días después, el doctor Juan Lock -su nuevo médico tratante- le explicó que el tratamiento le ayudaría a recomponer su atrofiado sistema nervioso y recuperaría la movilidad de sus piernas. “Solo es aceite que te aplicarás en gotas bajo la lengua. Y no te hará alucinar”, le aclaró por videollamada.

La asociación Perú Cannabis Medicinal, a la que pertenece Lock, no tardó en preparar el aceite según componentes de THC y DBD que necesitaba el cuerpo de Liz; pero que llegue a sus manos tardó 15 días, porque las empresas de carga no trasladan líquidos y nadie quería correr el falso riesgo de verse tras las rejas si lo llevaban en su equipaje, lo que sí se atrevió a hacer Liliana Aristo, amiga de una de las hijas de Liz, que llevó sin problemas la medicina, devolviéndole a esta mujer la esperanza de recuperar su calidad de vida.

Liz es mi madre y ya inició su tratamiento; lo primero que me informó es que no se sintió drogada y tampoco bailó reggae; pero quizá tampoco la muerte habría alcanzado a mi padre y mi hermana si el tratamiento con cannabis hoy estuviera reglamentado en todos los hospitales del país, algo que el gobierno inexplicablemente se resiste a hacer, pese a que la ley fue aprobada en octubre pasado.

PD: Essalud aún no le confirma la cita.

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