24/12/2018 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023
No hay democracia sin partidos. No hay partidos sin militantes. No hay militantes sin ideales o ideas. No hay ideas o ideales sin ideólogos o líderes. Esta lógica política fundamentó el origen y desarrollo de los partidos desde las primeras décadas del Siglo XX hasta hace pocos años.
Gracias a la lucha que realizaron desde su fundación y su devenir enfrentando dictaduras y tiranías, (teniendo como costo el destierro, encierro o entierro) es que se lograron conquistas políticas, sociales y económicas para la inmensa mayoría de peruanos y del país. Aun cuando somos todavía un país en proceso de desarrollo; lo conseguido hasta ahora no ha sido producto de la casualidad sino de la causalidad generada por el aporte fecundo de propuestas partidarias y acciones políticas expresadas en términos de leyes y políticas públicas. Es preciso recordarlo porque se olvida con suma facilidad el papel decisivo que han tenido los partidos tradicionales (APRA, ACCIÓN POPULAR, PPC y las izquierdas socialistas y comunistas) y sus mentores intelectuales y líderes históricos (HAYA, MARIÁTEGUI, BELAUNDE, BEDOYA).
Con más o menos algunas distinciones, los partidos históricos (APRA, Acción Popular y el PPC, principalmente; con algunos movimientos de la izquierda comunista y caviar) se encuentran pasando un momento crítico debido a la gestión insuficiente o mediocre o inmoral o corrupta que han realizado cuando tuvieron el gobierno. Investigados, procesados o condenados; ante la opinión pública aparecen como culpables. Por supuesto, con el apoyo decidido de algunas organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación y periodistas que se encargan de denostar, desprestigiar y devaluar más de lo debido. Contando para ello con los excesos o defectos, carencias o errores de sus conductores (Alan, Keiko, Toledo, Humala, Villarán) que personifican lo peor ante amplios contingentes de la opinión pública. Por lo que son mal vistos por la inmensa mayoría de la población. Para muchos la suerte de los líderes arrastra a los partidos y por tanto, sostienen, que no tienen solución. Que ya fueron. Que no tienen futuro.
Creo, a la inversa, que los partidos sí tienen futuro. Pero para ello tienen que ponerse a tono con los tiempos y acorde con los cambios. Tomar decisiones adecuadas y oportunas para poder volver a ser lo que fueron en el pasado; cuando expresaban a cabalidad los intereses, aspiraciones, expectativas y demandas de sus militantes y simpatizantes. Actualizar sus planteamientos ideológicos de acuerdo a las nuevas realidades de un mundo crecientemente globalizado que tiene como pivot a la ciencia y la tecnología que están cambiando de manera radical las formas de vivir individual, familiar, grupal, organizacional, institucional. Solo en estos marcos es posible optar entre la reforma o la revolución.