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OPINIÓN| Pedro Paredes: Indiferencia mortal

Las protestas en Francia, más allá de la violencia de estas, nos deben servir como claro ejemplo de lo que significa luchar por nuestros derechos.
13-12-2018

Las protestas en Francia, más allá de la violencia de estas, nos deben servir como claro ejemplo de lo que significa luchar por nuestros derechos. La intención de elevar el precio del combustible, quedó en ese punto: intención. A eso se suma que los franceses lograron en las últimas horas el incremento del sueldo mínimo. Lo consiguieron en las calles, no a través de sus redes sociales.En Perú, la realidad es diametralmente distinta, porque seguimos pensando que en este país no hay más problemas que los políticos, mientras vemos cómo mafias de corrupción siguen haciendo de las suyas en nuestras narices, como es el caso del sistema de transporte de Lima y Callao que se encuentra capturada por inescrupulosos que han hecho del caos y la informalidad su principal mina de oro.El caso Farenet debería empujarnos a pedir la inmediata intervención al interior del Ministerio de Transportes y Comunicaciones; pero, una vez más, nos quedamos en la mera información que no damos mayor importancia porque aún no mataron a algún familiar nuestro o, en el mejor de los casos, aún no fuimos arrollados por una couster destartalada que pasó la prueba durante su revisión técnica, previa coima de 30 o 50 soles.

El sistema pendenciero de revisión técnica sale barato a los propietarios de esas combis asesinas, pero su costo real también se mide en sangre y vidas arrebatadas en las pistas, ya que, además de las muertes por accidentes, según el Ministerio de Salud, al menos 3,500 personas van muriendo por la contaminación ambiental generada por estas unidades que provocan mortales infecciones respiratorias en niños y ancianos. Pero, claro, nosotros preferimos seguir enfocados en la nueva denuncia de tocamientos en el Parlamento o el esperpento legal de Eduardo Piaggio a favor de Moisés Mamani, episodios tan entretenidos como la torre de vasitos de un programa concurso.

Y esa información sale a la luz a pocos días de habernos enterado que el propio MTC era parte de la cloaca de tráfico de licencias de conducir, con la clonación de huellas dactilares de los conductores que no querían llevar las horas de clases, pero dejaban su huella en silicona para que un trabajador del MTC marcara su asistencia en el lector biométrico. ¿Alguien protestó? Nada que ver. Seguimos con nuestras vidas resignadas de acomodarnos al problema y evitar la fatiga de exigir o colaborar en pro de una solución.No dudo que hay unos pocos ciudadanos que toman el problema con gran preocupación y exigen traerse abajo la mafia que opera en contra de la seguridad vial; sin embargo, la gran mayoría considera que más entretenido está seguir hablando de la Alan y Keiko, sin darle mayor importancia al estrés, depresión y muerte que genera el calamitoso sistema de transporte capitalino, que ostenta sobre el asfalto incalculable litros de sangre que han sido borrados por el tiempo y nuestra indiferencia, que es la principal razón de nuestras malas decisiones electorales.

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