08/01/2019 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023
El periodismo político es una gran pasión que la tengo grabada en el corazón, pero ayer me prometí leer, ver y escuchar la menor cantidad de periódicos y programas que no tengan nada más que informar sobre el caso del fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, cuyo rostro se apoderó de gran parte de nuestra memoria.
Hoy, mi tocayo fiscal se apoderó de las charlas de sobremesa familiar y en la faena laboral, llegando a convertirse en un fenómeno fuera de serie que es comentado en todos los estratos socioeconómicos de un Perú que adolece de un sinnúmero de problemas, y que anda drogado ante la sola mención de su nombre.
Abro los diarios y veo su rostro, prendo la tele y alguien lo va criticando, me acerco a la radio y escucho que lo defienden. Camino unos cuantos metros y veo una sociedad dormida en el reclamo de sus derechos, haciendo largas colas en hospitales sin médicos ni medicinas, personas pagando altos precios por combustibles baratos en el mercado internacional, desempleados entrando a competir con los ambulantes venezolanos, jubilados luchando los años de vida que le quedan por una mísera pensión que el sistema público se niega a concederles, aportantes de las AFP que pierden miles de soles de sus fondos por malas inversiones de estas empresas, delincuentes, sangre de mujeres y menores asesinados.
Y de nada sirve que siga con la lista si muchos seguirán considerando que, aunque nos caigan todas las plagas bíblicas de Egipto, es más importante que nosotros sigamos con el nombre de Pedro Gonzalo Chávarry Vallejo tatuado en nuestro cerebro, sin que hayamos notado siquiera que el dinero dejó de alcanzarnos para diez panes porque ahora debemos contentarnos con solo cinco.
'Chavarryzar' el debate es olvidar que nuestro país tiene otras urgencias también por atender, y que no se resolverán con la cuestión de confianza que el presidente Martín Vizcarra estaría planteando al Congreso para cerrarlo, tampoco tendremos un mejor país si Alan García entra a cana o si Keiko cumple los 36 meses de su prisión preventiva. Esos son solo temas políticos que merecen la más fuerte sanción por los actos cometidos en el pasado, pero que no puede andar capturando toda nuestra atención al punto que nuestro futuro ha retrasado.
Dejemos que los muertos entierren a sus muertos, pero nosotros no dejemos de construir y recuperar la ciudadanía que la política de callejón nos arrebató. No hacerlo hará que nuestros hijos solo tengan una adultez dentro de una sociedad peor de la que hoy nos secuestró.