Actualidad

OPINIÓN| Pedro Paredes: Aspirante a dictador

Herido en su orgullo, nuestro Congreso va camino a convertirse en un mero centro de trámite documentario.
c3
18-12-2018

Herido en su orgullo, nuestro Congreso va camino a convertirse en un mero centro de trámite documentario para la aprobación de leyes y la consolidación de reformas políticas emanadas desde Palacio de Gobierno. Las voces parlamentarias altisonantes y de agresiva verborrea, ahora no son más que tímidas protestas clandestinas contra un poder que va camino a ser opresor de la institucionalidad legislativa.

La historia nos enseña que, un aspirante a dictador comienza por desconocer la legalidad de un Poder del Estado, como el Legislativo, que encarna la representación popular. Es decir, si ahora el presidente de la República ha decidido crear una “Junta de Notables” para las reformas políticas del país, es porque se niega a reconocer el rol constitucional del Congreso en esas lides, limitando el accionar de este Poder del Estado (así, con mayúsculas) a la aprobación de los textos que él propone a través de la dichosa Junta, sin opción a modificarlos.

Y en esa misma línea, vale también preguntarnos ¿La “Junta de Notables” tendrá autonomía o solo armará los textos de las reformas ya anunciadas por el Jefe de Estado? La respuesta el tiempo y cada uno de los “notables” convocados, pues la moralidad que dicen ostentar tendría que llevarlos a protestar ante cualquier imposición; sin embargo, solo recordemos lo que pasó cuando en el Congreso modificó parte de los textos enviados desde Palacio, desde donde el mensaje fue tajante: Solo firma lo que te doy. Pues es muy diferente que sus integrantes se allanen a las reformas participando del debate.

No me cabe duda alguna de la mediocridad de este Congreso, que gracias a algunas fuerzas políticas ha perdido toda vergüenza y legitimidad; sin embargo, aún goza de una legalidad absoluta obtenida en votación popular y que debe ser respetada, nos guste o no. Pero si el Ejecutivo desconoce la Constitución y lo excluye de los debates de reformas políticas e impone por encima a una “Junta de Notables”, que pocos notaron la existencia de sus integrantes, solo confirma la gravísima ausencia del equilibrio de poderes que garantiza una verdadera democracia.

Tampoco dudo del poder político del presidente Vizcarra que proviene del histórico respaldo popular. Y es aquí que, como pueblo, debemos parar las orejas ante mensaje de las conductas políticas que nuestro presidente está teniendo, y que viene en letras pequeñitas y negritas, para advertir que estamos entregando - ¡a una sola persona! - más poder del que constitucionalmente debe tener. Lo hecho por Alberto Fujimori al inicio de los '90 nos debe servir de gran espejo.

Vizcarra no es un dictador, pero el tiempo se encargará de convertirlo, si seguimos aplaudiéndolo.

Temas relacionados ACTUALIDAD