OPINIÓN| Nicolás Lúcar: La hora de las decisiones
El 14 de enero, si los enemigos de la justicia y la verdad no lo impiden, los más importantes ejecutivos de Odebrecht empezarán a rendir sus testimoniales y contarán todo sobre la red de corrupción de la que fueron parte en el Perú. Sus declaraciones y los sustentos documentales de las mismas servirán para meter a la cárcel en el Perú a muchos que pensaban que esto nunca iba a ocurrir.Vamos a saber quién era quién. Presidentes, ministros, congresistas, empresarios todopoderosos, abogados y hasta periodistas que fueron parte del perverso mecanismo de corrupción que se instaló en el Perú están en pánico, y no les falta razón.
¿Cómo era ese sistema en el cual se financiaban campañas electorales, para luego ser parte de la toma de decisiones de gobierno con los ganadores y de la aprobación de leyes y regímenes especiales con los que perdían? Vamos a saber cómo se decidía qué era prioritario y qué no, cómo se ponía precios a las obras no según su valor real sino según el tamaño de las comisiones que se debían repartir. Un mecanismo que incluía alcaldes, gobernadores regionales y funcionarios del gobierno central y que construyó una superestructura de sostén que incluyó el manejo de medios de comunicación, el control de periodistas que solapaban sus encubrimientos en asesorías y de poderosos estudios de abogados que sin escrúpulos hacían cualquier cosa que fuera necesario hacer.Todo esto y más es lo que vamos a saber desde el 14 de enero.
Vamos a saber los nombres de todos y cada uno de los miembros de esta variopinta cofradía que impuso un vergonzoso sistema de saqueo de las arcas públicas y les quitó a los peruanos su educación, su salud, su seguridad y su bienestar.Falta poco, pero hay quienes no se resignan y no quieren que ocurra y están conspirando para ello.Lo grotesco de la situación es que los extremos se encuentran.Es obvio que Keiko Fujimori y Alan García, porque son ellos los que mueven los hilos, están haciendo todo lo que está a su alcance para que Pedro Gonzalo Chávarry, fiscal de la Nación, destituya a Rafael Vela y ya no solo a José Domingo Pérez de sus cargos. Le mandan aduladores para que le hablen al oído, para que lo presionen. Pero no son gente que le tenga algún aprecio o respeto a Chávarry. Lo que quieren es usarlo para colapsar el acuerdo con los brasileños, para que todo se derrumbe, para que volvamos a los días de Pablo Sánchez cuando nadie le temía a la Fiscalía.
Pero, por el otro lado, están quienes tienen su propia agenda. Quienes sostuvieron a Pablo Sánchez porque les era leal, sin importarles que su gestión fuera sinónimo de ineficiencia y la de Hamilton Castro sospechosa.Hay quienes, en ese otro extremo, quieren que Rafael Vela renuncie o que provoque la confrontación total.La paradoja de esta situación es que el Ministerio Público ha logrado en meses lo que no ocurrió en años y esto ha ocurrido porque fiscales como Rafael Vela y José Domingo Pérez han conducido el Equipo Especial del caso Lava Jato, unificado con Lavado de Activos. Pero, paradójicamente, quien los puso ahí fue Pedro Gonzalo Chávarry.
Lo que estamos viviendo parece una obra de teatro del absurdo. Chávarry, acusado de aprofujimorista por sus detractores, ha empoderado a José Domingo Pérez y con ello ha permitido que Keiko Fujimori vaya a prisión preventiva y que Alan García esté más cerca de la cárcel que nunca, y lo ha mantenido en el cargo pese a que tiene el poder para sacarlo y podría usar como justificación que Pérez rompió el principio de autoridad y lo ataco públicamente.
Pero Chávarry, por lo menos hasta la hora en que escribo esta afiebrada crónica, no lo ha hecho.El fiscal de la Nación reclama que los miembros de su institución lo respeten. Rafael Vela exige que lo dejen hacer su trabajo sin interferencias ni intromisiones como las del fiscal Peña Cabrera.¿Cómo terminará esta novela? No lo sabemos. Estamos viviendo esos momentos en que las decisiones de los individuos pueden marcar la historia, como recordaba Jorge Basadre en “El azar en la historia y sus límites”.Pedro Gonzalo Chávarry y Rafael Vela Barba tienen ese poder hoy, sus decisiones en las próximas horas marcarán nuestro destino.