18/12/2018 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023
Hace menos de un mes, el jefe de Estado, Martín Vizcarra, aseguró que no existe persecución política de ningún tipo en el Perú y ratificó su compromiso con el respeto irrestricto de la división de poderes. Es lo que corresponde en toda democracia y es ello lo que el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez consideró para negarle el asilo que solicitó el exmandatario Alan García.
Sin embargo, repetidas declaraciones del jefe de Estado parecieran contradecir tales afirmaciones y ya son preocupantes. Con anterioridad advertimos su constante enfrentamiento con el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, pidiéndole incluso que dé un paso al costado, sin tomar en cuenta que el Ministerio Público es una institución autónoma. Ayer volvió a referirse a dicha entidad. Pidió que los fiscales del Equipo Especial que investiga el caso Lava Jato no sean reemplazados hasta que culminen sus investigaciones.
¿No es esa una intromisión a una institución autónoma? La mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo, y en ese sentido el mandatario debe saber guardar las formas cuando se refiera a otras instituciones, y nos referimos también al Congreso de la República, que a pesar de haber sido castigado duramente por el pueblo en las urnas, debe cumplir hasta el último día su labor legislativa, porque así le encargo la misma población en las elecciones de 2016, guste o no.
Pero el presidente Vizcarra, fortalecido con el resultado del referéndum, mantiene sus diferencias con el Congreso y en su último mensaje a la Nación, no solo lo instó a trabajar sino que anunció una reforma política que incluye la inmunidad parlamentaria y el voto preferencial. Sin embargo, las normas para dicha reforma no serán elaboradas por el Poder Legislativo, sino por una Junta de Notables y luego serán remitidas al Parlamento para su discusión.
En la columna de ayer, consideramos que el presidente Vizcarra debe poner más atención en la gestión de sus ministros, cuya aprobación en las encuestas es menor a su desaprobación. Resulta paradójico que su gabinete esté incompleto ya por más de dos semanas. No tenemos ministro de Cultura desde el 30 de noviembre cuando renunció Patricia Balbuena, como tampoco ministro de Trabajo desde el 7 de diciembre, cuando dimitió Christian Sánchez. ¿Es que estos dos portafolios no requieren ser cubiertos? El jefe de Estado tiene la respuesta.