OPINIÓN| Edwin Sarmiento: Cosas de la vida
Existió un senador de izquierda llamado Carlos Malpica. Él ahora tendría 88 años. Nos dejó hace 25. Lo recuerdo más que ayer. Lo entrevisté tantas veces dentro y fuera de Izquierda Unida, en el Congreso de la República y fuera de él. Y admiré su erudición en temas económicos. No en vano su libro Los dueños del Perú fue el más vendido de su época: cerca de 200 mil ejemplares. Gracias a él estuvimos advertidos que en el Perú la propiedad de las grandes empresas se repartía en unas cuantas familias constituidas por la vieja oligarquía que después dio forma a los modernos monopolios y oligopolios existentes hoy. Malpica denunció esta injusticia en nombre de millones de peruanos que nunca fuimos dueños de nada, solo de nuestras fuerzas de trabajo, pero que gracias a que los empresarios lo controlan todo, terminamos pensando como si fuéramos uno más de ellos, ¿curioso, verdad?
No era un buen orador, hay que decirlo. Lo recuerdo hablando con dificultad en el Parlamento. Siempre se enfrentaba a senadores del ala de Bedoya Reyes, a quienes motejaba de derechistas. A cambio, lo que decía tenía, eso sí, la fuerza de una bomba de Hiroshima. Se le veía contundente, documentado, macizo, como mestizo cajamarquino que era. Chotano, para ser preciso. Estudió mucho la realidad peruana y escribió libros que deberían ser divulgados masivamente en separatas escolares, si de veras queremos construir patria de la buena. Cada intervención suya era para denunciar la corrupción de la época. Y no era agua de malvas. Se trataba siempre de un gran destape que la prensa ocultaba o le ponía paños fríos, como siempre, para evitar que el pueblo se indigne en estos casos. Y todos felices.
Hijo de senador aprista, creció él mismo cantando “La Marsellesa”, hasta que vio que el buen Haya de la Torre tomaba otro rumbo, más a la derecha. Malpica rompió, entonces, con el Apra, junto con Luis de la Puentes Uceda, con quien fundaría el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Después, De la Puente marcharía, con otros, rumbo a la guerra de guerrillas en 1965, mientras que Malpica seguiría el camino hacia el Parlamento, al que llegó como diputado por Cajamarca a los 26 años, cuando gobernaba don Manuel Prado, en su segundo mandato. Estudió la secundaria en el colegio militar Leoncio Prado, cuya selección de fútbol integró al lado de Alberto Terry, eximio jugado de la 'U', quien lo hizo jugador a cambio de que el joven Malpica le soplara en los exámenes. La vida lo congratuló con cárcel y destierro, como a la mayoría de políticos que se respetan. Cuando él me contó parte de su vida, sentado en su biblioteca de diez mil volúmenes, ya gobernaba Fernando Belaunde a quien nunca perdonó ser “muy débil” con los dueños del Perú, su obsesión fatal.