OPINIÓN| Carlos Bazán: Adiós al padre de la atención primaria
El 4 de noviembre pasado falleció, a la edad de 89 años, David Tejada de Rivero, el ilustre médico sanitarista arequipeño, que fuera, entre muchos otros cargos, Director Fundador de la primera Oficina Sectorial de Planificación del Minsa y luego Director General de Salud (cargo actualmente nominado Vice ministro) en el primer gobierno del presidente Belaunde, ministro de Salud en el primer gobierno del presidente Alan García en dos periodos, Vicepresidente de la Organización Mundial de la Salud por 11 años con sede en Ginebra. Empero, su más importante realización sin duda alguna, fue liderar como Coordinador General la Conferencia Internacional de Atención Primaria de Salud de Alma Mata, en la entonces URSS, en setiembre de 1978, en la que con la asistencia de más de 3,000 delegados de 134 países y muchos de los organismos internacionales, se emitiera la “Declaración de Alma Ata” que definió la importancia y exigencia de la atención primaria de salud como estrategia para elevar la calidad de la salud en todos los pueblos del mundo, comprometiéndolos a lograr “Salud para Todos el Año 2000”.
Por ello, por defender la salud integral de todos los pueblos, fue reconocido por el gobierno de Kazajistán como “Héroe de la Salud Pública de las Américas” en el 2012 y entre otros tantos reconocimientos, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo distinguió como “Doctor Honoris Causa”.La muerte sorprende a David Tejada de Rivero justamente cuando celebrando los 40 años de aquella Declaración, pese a que su estado de salud previo a su fallecimiento se había deteriorado, participaba en múltiples Conversatorios y Conferencias conmemorativas, como si fuera su último y supremo esfuerzo, legándonos sus sabios y claros conceptos sobre lo que verdaderamente es Atención Primaria de la Salud, algunos de sus sueños no realizados y cómo debemos reorientarla a la luz de nuestras realidades sanitarias actuales.
Conocí a David en 1982 cuando yo era viceministro de Salud y nos visitaba con alguna frecuencia desde su alto cargo en Ginebra, y en tiempos en que la política no se canibalizaba como hoy. David, aprista de viejo cuño, incluso había guardado prisión por sus ideas en tiempos dictatoriales, por sus grandes cualidades nuestro gobierno lo designó como el candidato del Perú a la Dirección General de la Organización Panamericana de la Salud con sede en Washington, lo que hoy considero una romanza a la democracia. Un aprista candidato del gobierno acciopopulista, cargo que ganara otro grande de la Salud Pública, el brasilero Carlyle Guerra de Macedo, que coronó una gran gestión por más de 12 años.
Largas charlas con David me enseñaron mucho, tocándome en el cambio de gobierno hacerle una democrática transferencia, pues fue el ministro del gobierno aprista que me sucedió al término del gobierno del presidente Belaunde y supimos superar algunas diferencias con altura y respeto.En el grupo de trabajo Propuesta Médica y en muchas reuniones de exministros de Salud, David siempre fue la voz ilustrada que dejaba constantemente instruidos preceptos sanitarios. La Atención Primaria de la Salud está de duelo. Su padre ideológico y defensor por varias décadas nos ha dejado. Los pobres, los pobladores rurales y aquellos que no acceden a ningún servicio de salud lo lloran. Empero, su legado está vivo, latente y las generaciones jóvenes que lo escucharon seguirán la verdad de su heredad.
Descansa en Paz, David.