Milagros Huamán: "Encontré en la pastelería un refugio para superar todo lo que me ocurría y poder ayudar a mi hijo"
Cuando uno pasa por situaciones difíciles en la vida se cuestiona todo y es momento de tomar una decisión muy importante: ¿me dejo vencer? o ¿trato de levantarme y seguir adelante? Fue la segunda opción la que tomó Milagros Huamán, quien tras enterarse que su pequeño hijo padecería de autismo enfocó toda su tristeza en la pastelería, creando así su emprendimiento 'Fausta, pastelería casera'.
¿Cómo nace Fausta?
Fausta nace aproximadamente hace 18 años. En ese entonces yo trabajaba de periodista en varios medios de comunicación, hacía mi vida normal, hasta cuando a mi hijo Jimmy, quien tenía 2 años, lo diagnostican con autismo. Entonces tuve que dejar mi carrera para poder llevarlo de un lugar a otro por sus terapias, y como ningún trabajo me iba a soportar esto, comienzo a preparar algunos pasteles que luego empecé a vender en el entorno. Llegó un momento que les gustaba tanto que en una oportunidad vendí como 400 tortas de Navidad. Es así como inició Fausta.
¿Al inicio lo hacías como un hobby?
Yo lo hacía más como una terapia, era terapéutico para mí, porque era una forma de desfogar y sacar la tristeza y las sensaciones terribles de frustración que sentía porque a veces veía que mi hijo no avanzaba, veía muchas limitaciones, entonces toda esa frustración iba a la cocina y me desahogaba cocinado, preparando, amasando, haciendo nuevas recetas, estirando la masa con el rodillo pero con furia o llorando.
Me ponía a hacer pan golpeando la masa y mientras la preparaba lloraba; sin embargo, cuando terminaba sentía que me había desahogado, sentía que había llegado hasta el piso y me había levantado y vuelto a nacer, borrón y cuenta nueva. Además, cuando veía que la gente probando lo que cocinaba y les encantaba me hacía feliz, muy feliz, me hacía sentir muy satisfecha.
¿Por qué Fausta?
Fausta era mi bisabuela, Fausta Abal Luciano, la mamá de mi papá, ella lo crio desde los 2 meses porque mi papá quedó huérfano. Ella era una mujer de un pueblito que se llama Ambo, queda a 23 kilómetros de Huánuco, y junto con su esposo hacían panadería y pastelería, ella se encargó de criar a mi papá y todos sus 6 hermanos. Preparaba bollería, hacía bollitos, pan de maíz, empanadas, guaguas, rosquillas, dulces entre otros, y todo esto lo llevaba a vender a la carretera central en la garita de control. En honor a Fausta, mi bisabuela, es que yo pongo la marca Fausta.
¿Cómo aprendiste a cocinar?
Al principio fui autodidacta, siempre me ha gustado la cocina, de niña he cocinado y he preparado cosas ayudando a mi mamá que también era cocinera, pero ya cuando veía que quería aprender más y quería explorar más y sobre todo que la gastronomía estaba en boga comencé a hacer algunos talleres pero eran muy esporádicos, porque no tenía tiempo por lo de mi hijo.
¿Tienes mucha variedad en Fausta?
Cuando estaba en una feria vino un cliente y me preguntó si tenía sin gluten. Tras esto empecé a investigar y preparar cosas sin gluten, a mezclar harina de quinua, yuca, maíz con almendras, comencé a sacar productos sin gluten; sin embargo, lo que buscaba era que la gente lo pruebe y no lo sienta, y lo he logrado.
Cocina alternativa
He logrado hacer algunas preparaciones en cocina alternativa como los alfajores de pecanas con sal de maras con harina de quinua, yuca y maíz, como el panetón con harina de garbanzo, la rosca de reyes, los pasteles o muffins para las loncheras de los niños, endulzados con panela y con este tipo de harinas, pero también tengo otro rubro que es el de la cocina tradicional, la cocina del rescate culinario o de antaño, que son los dulces como los guargüeros, las rosquitas huanuqueñas, y los limones rellenos.
¿Crees que la pastelería te hizo sobrellevar momentos difíciles?
No sabía cómo desfogar esa sensación terrible de tristeza y estrés que tenía en ese momento, porque criar a una persona que tiene muchas dificultades es muy estresante, entonces encontré en la pastelería un refugio, un método terapéutico para poder hacer yo misma lo que ahora se llama la resiliencia y levantarme cada vez que me sentía destruida a través de la pastelería y a través de crear nuevos productos para poder ayudar a mi hijo. Eso era lo que me daba fortaleza, porque hacer pastelería me limpiaba el alma para poder continuar con el trabajo de sacar adelante a mi hijo.
¡Soy autista y qué!
La fundamos hace 10 años para crear conciencia social sobre el autismo. Yo soy periodista y en algún momento de mi vida hubo un quiebre, ya que me preguntaba a qué me voy a dedicar, si voy a volver al periodismo quién me va a poder contratar si ya hace muchos años he dejado de ejercer y me estoy dedicando a la pastelería. Entonces en esa época nadie sabía nada sobre el autismo, no se hablaba, nadie trabajaba a favor de las personas con autismo, no había información, no había ley, no había nada porque eran invisibles. Entonces decidí que tenía que formar este grupo con algunos padres para usar mi carrera y mi background como periodista en esta organización justamente para crear conciencia social. A lo largo de los años nos hemos vuelto una referencia a nivel nacional y mundial.