05/05/2019 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023
El bienestar social se supone que es un conjunto de elementos que permiten poseer un adecuado nivel de calidad de vida, la que obviamente tiene diversas interpretaciones en función a la sociedad en el que uno está inmerso.
Ello engloba la riqueza monetaria, acceso a bienes y servicios, libertad, placer, innovación y salud mental, entre otros aspectos que hacen placentera la vida humana que es relativamente corta, aunque la esperanza de vida ha ido creciendo, más que nada por la tecnología y avances de la medicina.
Entiéndase que la esperanza o expectativa de vida es la media de tiempo en años que vive una determinada población en cierto periodo o son los años que un recién nacido puede esperar vivir si los patrones de mortalidad por edades imperantes en el momento de su nacimiento no se alteraran a lo largo de su vida.
El Estado es quien posee la obligación de proporcionar bienestar a sus habitantes, que se hace posible con la implementación de políticas que permitan la redistribución de la renta y el desarrollo de servicios públicos en pro de la sociedad.
Situación de Perú
Decir que en el Perú estamos OK, con cifras de crecimiento del PBI en niveles del 4% anual; inflación manejada; déficit fiscal controlado, positiva balanza comercial; reservas internacionales suficientes; recaudación a despegar con la implementación de la factura electrónica y la puesta en marcha de prácticas antielusivas; dólar estable; deuda pública relativamente baja, sin importar las contingencias que al menos señala el Consejo Fiscal , el endeudamiento privado de más de USD 35,000 millones en bonos externos y el excesivo gasto en los absurdos megaproyectos “humalientos”, además de un presupuesto 2019 inflado y cargado a ominosos gastos corrientes que no pondera la necesidad de una adecuada infraestructura física, es una ilusión.
Además, resta sobremanera esa ilusión el no ponderar el tema del sector minero y el agroindustrial de la costa peruana, que son sin duda en el momento los que sí gozan de un tamaño apropiado y de ventajas competitivas en relación a otros sectores de la economía.
Esto significa que no se toma en cuenta variables que coadyuvan a generar bienestar, como el irresuelto problema de salud pública, los del tráfico urbano que conlleva la pérdida de horas hombre, así como el tema previsional, el que además de alterarse por la Política Monetaria que deviene de la crisis del año 2008, tiene en la informalidad 'in crescendo' una desventaja colosal.
Pensiones e informalidad
Los problemas del sistema previsional, que son a nivel mundial por el tema de la Política Monetaria de los Bancos Centrales, en el Perú se acentúa con un sistema de AFP por pensiones de reemplazo exiguas en su proyección, aumento de la esperanza de vida y una ONP financiada por el Estado, amén de una pensión 65 para los desposeídos.
Igualmente, es de preocupación las altas tasas de interés bancario de consumo y peor una economía informal sobre el 60% con complicada megainformalidad en varios aspectos.
Es entonces menester redundar, que no es de contribución al bienestar tener un presupuesto desfinanciado, gasto de miles de millones de dólares en megaproyectos sin rendimiento alguno, tráfico cada vez más complicado en áreas urbanas e inseguridad ciudadana en ascenso que cada día cobra más vidas humanas.
Así todavía algunos opinólogos, que pululan en los medios de comunicación, señalan candorosamente que es la política la que genera básicamente estos males y que si ella se encaminara, la inversión privada salvará al Perú, empezando por la minería y la agroindustria.
Lo expuesto no resiste análisis si de bienestar social se trata. Se afirma mundialmente que un crecimiento del PBI puede ser atroz si ello, es decir, su producto, va a pequeños grupos de clase más opulenta sea esta nacional o extranjera, pues además el PBI incluye la producción de los extranjeros residentes.
Cabos sueltos
De otro lado, no se considera que la reducción de la pobreza en el Perú es monetaria y que tiene el enorme problema de ser ensombrecida con la asistencia de un Estado que deja muchos cabos sueltos.
Al decir del profesor Richard Webb: “Lo que enseña la historia es que los cambios de una revolución industrial no bastan para eliminar la pobreza. El impacto se limita a pequeños grupos. La pobreza necesita de cambios drásticos; una transformación drástica en las diversas formas de vida. La pobreza no desaparece por las fábricas y las inversiones modernas. Gran parte de la población no participa en ellas. Depende de un ciclo de abajo hacia arriba. Por la misma población que pone la iniciativa, el sacrificio y la habilidad para adaptarse y reinventarse e incluso ir a otros lugares cambiando de oficio aprendiendo nuevos y escolarizándose”.
Así que esto de señalar que las cifras macro son OK y es bienestar; es engañar. Se necesita mucho más análisis que simples expresiones numéricas.