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Día Internacional de la Mujer| Tres historias nacientes de éxito

En el Día Internacional de la Mujer queremos mostrarles tres historias de mujeres jóvenes que encontraron la superación en su talento.
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08-03-2019

El día que ella decidió empezar un negocio propio, sus ojos y corazón se llenaron de un fuego incandescente que explicaba la lucha y esfuerzo que cada tormenta le significó. Esa misma mirada, la tuvieron 3 mujeres emprendedoras que decidieron dejar las adversidades por la conquista de sus sueños. Mujeres, que descubrieron que su talento era la mejor herramienta para triunfar.

A tiempo completo

La sonrisa con la que te recibe Rosmery Gambetta al cruzar el umbral de su hogar, es la esencia de su pequeño negocio de accesorios femeninos. Y aunque, tener que cuidar 4 hijos le resulte una tarea maratónica , no duda en reponer energía y seguir sonriéndole a la vida.

Romy, como le gusta que la llamen, posee una habilidad innata para formar objetos increíbles de manera artesanal. Desde niña, nos explica, replicó el arte de su abuelo en diversos trabajos manuales, pero nunca pensó en formar su pequeño taller de joyería desde casa.

“Mi abuelo formaba piezas de arte para el hogar con conchas marinas y ostras de mar, su trabajo era increíble. Yo empecé haciendo pequeños artículos y después de ser mamá y tener que dividirme en 10 partes decidí formar un negocio propio en base a mi talento. Así empecé con la aventura Valery Jean y ahora ya cuento con un taller con colaboradoras y me siento afortunada”, explica.

Su trabajo, que le lleva un promedio de 4 horas por artículo, la ha llevado a participar en ferias de gran reconocimiento. “Hace poco participé en la 'Feria de Mujeres Emprendedoras' que se realizó en un prestigioso hotel. Me sentí orgullosa de ser considerada y la alegría en los ojos de mis hijos fue mi mejor regalo", expresa con una sonrisa.

“Estoy segura que muchas mujeres buscan alternativas desde casa para estar a tiempo completo con sus hijos”, añade mientras sujeta su cabello. Y aunque Romy, fue víctima de violencia familiar, confiesa que hay logros que lo borran todo. "Me considero una mujer fuerte que puede enseñarle a sus hijos a respetar y sobretodo a valorar el papel de la mujer en el país".

Decidí estudiar una carrera profesional

Las manos de Esther Blas huelen a las más ricas frutas, y sus ojos guardan con recelo los golpes de una cultura machista que la obligaron a ser ama de casa. Ella, quién decidió cambiar su vida estudiando una carrera profesional hoy tiene uno de los negocios más reconocidos por el Ministerio de la Mujer, "Misky Fruti"

"Cuando mi hijo denunció a su padre por golpearme y me impulsó a seguir una carrera profesional nunca pensé que me convertiría en una empresaria de helados artesanales", comenta Esther, quién además de capacitar otras mujeres víctima de violencia familiar, gestiona con ayuda de su familia ferias emprendedoras a favor de pequeñas comerciantes mujeres.

Su gran trabajo y dedicación la llevaron a obtener distintas distinciones no sólo por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, la Municipalidad de Lima y el Ministerio de Producción, sino también de la casa de estudios que la ayudó a engendrar su idea de negocio, la Universidad Nacional Federico Villareal.

"Fui víctima de maltrato físico y psicológico por querer estudiar una carrera profesional, y a pesar de ello tuve el valor de salir adelante gracias a la motivación de mis profesores, padres e hijos. Ahora sé que soy una mujer emprendedora y puedo enseñar a otras mujeres con mi ejemplo", menciona mientras abraza tiernamente a su hijo mayor, con quién maneja su negocio en la zona norte.

Siempre hacía y hacía y no tenía descanso

Melissa Orihuela es una mujer de 27 años que vive a mil por hora. Trabaja, pinta, canta, enseña, viaja y es una coleccionista entusiasta de muñecas antiguas. Ella, quien siempre ha sido libre y de ideas claras, prefiere no tocar los episodios duros de su adultez, sino hablar de los momentos buenos durante su infancia, esos en los que ser pobre no significaba estar triste.

"Los mejores recuerdos de mi vida los relaciono con mi infancia. Jugué mucho, mucho. Tuve una infancia humilde, en mi barrio en el Callao, andaba en la calle todo el tiempo socializando e inventando juegos con los niños del barrio. Siempre estaba haciendo cosas, o estudiando o aprendiendo a hacer manualidades o haciendo música, decorando mi ropa, salvando perros abandonados, etc. Siempre hacía y hacía, no tenía descanso", explica Melissa.

Esa vigorosidad y amor al arte fue lo que la llevaron a contemplar la idea de un negocio personal. "Había renunciado a un trabajo estable en una organización reconocida porque necesitaba descubrir mi verdadera vocación que ,en ese momento, consideraba se encontraba al lado del arte. Y decidí empezar de cero, de la oficina con un sueldo estable y seguro privado a ser , al principio, ambulante. Y así desarrollé un negocio de pintura en los parques de mi distrito enseñando a dibujar y pintar a niños", señala.

Melissa, que todo el tiempo ríe de los azares de la vida, es una mujer trabajadora que no le tiene miedo al fracaso. "Tengo muchos sueños, pero con el tiempo aquellos que se relacionan a reconocimientos o logros materiales van perdiendo peso. Creo que a lo largo del tiempo mi gran sueño será sentirme feliz con lo que he logrado y sobretodo con mi aprendizaje."

Y aunque no suele utilizar el término empoderamiento, siente que "todas pueden llegar a ser ejemplos de sus propias vidas, competir por superarse a ellas mismas, no con el resto de mujeres."

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