COVID-19 | Impacto de la caída de ingresos de los hogares en indicadores de salud y educación
El estudio “Impacto de la caída de ingresos de los hogares en indicadores de salud y educación” desarrollado por UNICEF y la evidencia sobre el impacto de la Covid-19 en el sector Educación del Banco Mundial, fueron presentados para dar cuenta de cómo la pandemia ha tenido efectos adversos en la calidad de vida de la niñez y adolescencia en el Perú.
Marianne Fay, directora del Banco Mundial para Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, señaló: “Los estudiantes más vulnerables han sido los más afectados con el cierre de las escuelas. El riesgo es perder el gran potencial de la educación para reducir los efectos de las desigualdades económicas. Por ello, es urgente preparar las condiciones para una reapertura segura de las escuelas para no perder años de progresos del Perú en su capital humano”.
A su turno, Ana de Mendoza, Representante de UNICEF dijo,“La llegada de la COVID-19 ha provocado que muchos hogares enfrenten una caída importante en sus ingresos. Esta situación no solo ha generado un aumento de la pobreza monetaria en el país, sino también está impactando severamente el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes y aunque sabemos que este impacto se relaciona con muchos otros factores, además de los ingresos, queremos llamar la atención sobre este factor en especial, que puede ser abordado a través de medidas de protección social”.
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De acuerdo con el estudio elaborado por UNICEF, la caída de ingresos en el hogar podría incrementar el porcentaje de niños entre 6 a 35 meses con anemia, en 10.7 puntos porcentuales entre el 2019 y el 2020. Sin embargo, la cifra más dura está en la zona rural con un alza de 15.5, lo que denota la gravedad del tema, considerando los efectos negativos que produce la anemia en el desarrollo integral del niño. El tema de la vacunación es otro aspecto resaltado en el documento: se prevé una reducción en 8.5 puntos porcentuales, a nivel nacional, de los niños y niñas menores de 36 meses que lograrían tener sus vacunas completas. Sin embargo, en las zonas rurales la caída podría llegar a 12,9 puntos porcentuales.
“En el caso de la anemia y desnutrición, las intervenciones orientadas a mejorar estos indicadores, como las visitas domiciliarias de los servidores de salud no se pueden utilizar en todo su potencial debido a la pandemia. Ahora es cuando necesitamos campañas y políticas sostenidas para recuperar todo lo que estamos perdiendo en los temas de anemia y desnutrición” sostuvo Lorena Alcázar, investigadora de GRADE.
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En el campo educativo, la situación ya presentaba muchos desafíos antes de la pandemia. El estudio de UNICEF muestra, por ejemplo, que, en estudiantes de segundo de primaria la comprensión lectora se reduciría en 5 puntos porcentuales como consecuencia de la reducción en los ingresos familiares. Una situación similar sucedería con los estudiantes de cuarto grado de primaria y de segundo de secundaria, que enfrentarían caídas de 4.5 y 2 puntos porcentuales en este mismo periodo de tiempo, respectivamente. En el ámbito rural, los niveles de aprendizaje ya eran tan bajos, que la afectación económica de las familias no inducen caídas mayores en los indicadores analizados. Del mismo modo, se estima que la deserción escolar entre el 2019 y el 2020 se incrementaría en 6.3 puntos porcentuales como consecuencia de la caída de los ingresos de los hogares por la pandemia. En las zonas rurales esta cifra subiría a 8, es decir más que el promedio nacional.
Pablo Lavado, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico y autor del estudio de UNICEF señaló que “Se debe identificar escuelas donde se den las condiciones para su apertura y en las que se inicien las clases, por ejemplo, con grupos que puedan ir determinados días de la semana y luego otros. La idea es reanudar la escuela para no perjudicar sobre todo a la niñez y adolescencia más desfavorecida”.
De otro lado, el Banco Mundial presentó las evidencias encontradas en el sector Educación, producto de su trabajo analítico realizado durante el último año. De acuerdo con ello se precisa que América Latina ha sido la región donde los estudiantes han perdido más días de escuela (un promedio de 159 días lectivos presenciales). Simulaciones del Banco Mundial sugieren que las pérdidas para la región podrían ser dramáticas. La pobreza de aprendizaje - definida como el porcentaje de niños de 10 años que no pueden leer o comprender un texto básico- podría aumentar de 50.8% a 62.3%.
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En el caso de Peru, de acuerdo con el Banco Mundial, existe el riesgo de comprometer dos décadas de avances, sobre todo entre los niños más vulnerables. Por ejemplo, se estima que mientras los niños del quintil más alto perderían 3.5% con respecto a los resultados alcanzados en la prueba Pisa de Matemáticas en 2018 -a raíz de un cierre de escuelas de 10 meses-, los del quintil más bajo estarían perdiendo un 7%.
“Las pruebas Pisa ya mostraban, antes de la pandemia, que no estábamos en un lugar favorable. Nuestra reflexión es que luego de un año de pandemia debemos empezar a construir de manera conjunta una salida para nuestros estudiantes. El año pasado se dijo, por ejemplo, que la educación inicial no era obligatoria, y ese fue un error que debemos enmendar. Necesitamos la educación inicial, porque un niño o niña que la cursa está en un nivel superior respecto de aquel que no lo hace. La educación primaria y secundaria debe estar vinculada con la vida. Debemos darle apoyo a los maestros que también están afectados por la pandemia. Hay un trabajo por delante en el que la colaboración de toda la sociedad es imprescindible”, señaló la Viceministra de Gestión Pedagógica del MINEDU, Killa Miranda.
De acuerdo con el análisis del Banco Mundial y de UNICEF si bien la estrategia integral de aprendizaje a distancia fue una medida inicial de respuesta a la emergencia, la educación es una experiencia social y la interacción real entre estudiantes y profesores no es reemplazable por la internet y la tecnología. En ese sentido ambas organizaciones promueven la reapertura de las escuelas de manera segura, flexible, progresiva y voluntaria. “Desde el Ministerio de Educación hemos identificado que el 20% de instituciones educativas a nivel nacional podrían reabrirse. Sin embargo, esta debe ser una decisión consensuada, segura y voluntaria”, señaló la viceministra Miranda.
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