Confirman asesinato de tres jóvenes desaparecidos vinculados a minería artesanal en Pataz
Jesús Vera García, Joel Hernández y Gerardo Santiago Calvo, tres jóvenes vinculados a la minería artesanal en Pataz que habían sido reportados como desaparecidos anteriormente, en realidad fueron asesinados en el río Marañón.
El deceso de estos tres hombres ha sido confirmado por Noé Diomedez Lezama Ríos y Jhonatan Polo Luján, dos hombres que fueron testigos de sus asesinatos, pero que lograron escapar de la mano de sus verdugos.
El relato de los sobrevivientes
Los sobrevivientes lograron escapar y relataron los terribles hechos a los familiares de las víctimas. Según sus testimonios las víctimas fueron golpeadas, maniatadas y arrojadas al río Marañón, presuntamente por las rondas campesinas que actuaron armados.
"¿Por qué esperan tanto? El tiempo pasa y no sabemos nada de Jesús Alexander. Nadie nos quiere apoyar; dicen que tienen miedo, que todo está comprado", declaró entre lágrimas un familiar, quien también pidió mayor seguridad en la zona, marcada por la violencia ligada a la minería informal.
César Acuña, Gobernador Regional de La Libertad, se comprometió a apoyar en las investigaciones y coordinar con el alto mando policial. "El lunes a las nueve de la mañana estará aquí el general para que ustedes cuenten toda la historia. Hoy mismo lo llamaré", aseguró Acuña a los familiares de las víctimas.
El pasado viernes, tras una operación de búsqueda liderada por la Policía Nacional del Perú (PNP) y pobladores de la zona, se confirmó el hallazgo de los cuerpos, según el medio periodístico Norte N60 noticias. Los familiares, profundamente indignados, exigen justicia y denuncian la falta de apoyo de las autoridades.
Señalamientos contra las rondas campesinas
Los familiares de las víctimas han señalado al presidente de las rondas campesinas, Luis Cueva Rojas, como principal responsable del crimen. Según denunciaron, los jóvenes fueron detenidos por agentes de seguridad de una empresa minera, quienes los ataron con sogas y alambres, los golpearon durante horas en una vivienda y, finalmente, los llevaron al río Marañón para arrojarlos al agua.
El asesinato de los tres jóvenes expone la creciente inseguridad y la falta de regulación en las actividades mineras informales. Las autoridades tienen ahora el desafío de esclarecer el caso y tomar medidas para prevenir futuros crímenes en una región atrapada entre la riqueza mineral y la violencia. Mientras tanto, las familias claman justicia para sus seres queridos.