Soft-rock. El cantautor estadounidense recogió el legado de bandas como Bread, Ambrosia, Steely Dan, entre otros, combinando estructuras básicas del rock con arreglos sofisticados y ejecuciones impecables.
Por: Jorge Tineo Rendón
Christopher Cross pertenece a otra época. Pero no solo porque sus más grandes éxitos sonaron hace casi cuarenta años –Sailing, relajante balada que fuera su primer #1, fue grabada en 1979-, sino porque posee dos cualidades inexistentes en los más publicitados ídolos pop del siglo 21: sencillez y talento.
Para la época en que Cross irrumpió en la escena musical, estas características eran todavía estimables para el público. El soft-rock, desarrollado durante los años setenta en EE.UU., atrajo a una multitud de oyentes y asistentes a conciertos con sus amables melodías, virtuosos músicos e inofensivas apariencias, una contraparte necesaria a la rebeldía y actitud contestataria de exponentes de otros géneros como el hard-rock, la psicodelia y el punk que, a pesar de su amplia popularidad, eran vistos por las grandes mayorías como artistas desadaptados.
La música de Christopher Cross recogió el legado de bandas como Bread, Ambrosia, Steely Dan, entre otros, combinando las estructuras básicas del rock con arreglos sofisticados y ejecuciones impecables. Nacido en Texas, el compositor, guitarrista y cantante se había fogueado en una banda local llamada Flash. Cuando los ejecutivos de Warner Brothers Records lo escucharon, decidieron que él tenía potencial para triunfar. Y no se equivocaron.
Lanzó su debut epónimo a los 28 años de edad, una edad madura a comparación de otras estrellas de la música que iniciaron sus carreras discográficas siendo aún adolescentes. Esa madurez se plasmó en su forma de componer y en la sobria forma que tuvo de asumir su inmediato ingreso a las ligas mayores. Canciones como Say you’ll be mine, Never be the same, la mencionada Sailing y la contundente Ride like the wind, en el que muestra sus dotes como guitarra solista, lo establecieron como artista revelación en 1979, lo cual se confirmó al año siguiente en que arrasó con las principales categorías de los Premios Grammy, llevándose cinco estatuillas.
Cross redondeó su impresionante faena con la inolvidable canción Arthur’s theme (The best that you can do), escrita junto a dos leyendas del pop sinfónico, Burt Bacharach y Carole Bayer Sager, que ganó un Oscar en 1981 como tema central de la película Arthur (conocida en nuestro medio como Arturo, el millonario seductor), que protagonizaron Dudley Moore y Liza Minelli. Su segundo disco, Another page (1983), que contiene el éxito All right, lo mantuvo vigente un tiempo más. Para los siguientes años, Cross se desvaneció del ojo público y sus dos primeros álbumes, en cuyas carátulas destaca la enigmática presencia de un flamingo, se convirtieron en clásicos de los ochenta. La rosada y grácil ave se convirtió, con el tiempo, en su marca característica.
A pesar de su alejamiento de los rankings, Cross lanzó una decena de álbumes entre 1985 y 2014. El último de ellos, Secret ladder, contiene material que sigue la estilizada línea musical que lo hizo famoso, pero esta vez reservado para una élite minoritaria conformada por sus fans de siempre y los nuevos amantes de la buena música, al margen de las efímeras y cada vez menos exigentes preferencias del público masivo.
En el año 2005 Christopher Cross ofreció, junto al trío norteamericano America, un excelente concierto en Lima, en el Centro de Convenciones María Angola de Miraflores. Este 22 de agosto nos visitará por segunda vez, brindándonos la oportunidad de disfrutar del talento y sencillez de este extraordinario músico de 66 años de edad.
TAMBIÉN PUEDES LEER